Hacer que Macbeth vuelva a ser grande: lo que dejó la reunión Trump-Milei

elDiarioAREl Diario Ar15/10/20253 Views

El almuerzo entre ambos mandatarios exhibe tanto la desesperación del Gobierno por conseguir respaldo externo como la fragilidad de su estrategia económica. Las dudas y la pérdida de la dignidad.

Parafraseando a Shakespeare en Macbeth, el Ejecutivo nacional siente en la cabeza extrañas cosas que desean entrar en sus manos, y se apresura a cumplirlas antes de que puedan ser meditadas. El Presidente viajó en negligente montón a Blair House, la residencia oficial de huéspedes del presidente de los Estados Unidos, a buscar que Donald Trump le diera un odontológico espaldarazo. Avanzaron a las corridas, en la relación bilateral: especificidades del auxilio financiero del Tesoro norteamericano, en temas comerciales y respecto de inversiones. Brotarán cantidades navegables de caracteres sobre el acontecimiento, que no fue tan histórico como se esperaba, y que acaso no tenga la densidad con la que se especuló.

Antes de la reunión entre Javier Milei y Trump, diversos actores del mercado —incluidos inversores institucionales, operadores de deuda y participantes del sistema de tipo de cambio argentino— apostaban a la posibilidad de un acuerdo de libre comercio entre ambos países, lo que generó movimientos en los bonos soberanos y expectativas en la Bolsa de Nueva York. En la dilatada conferencia de prensa delante de la comitiva visitante, el presidente norteamericano dijo que la ayuda estaba sujeta a que el forastero ganara la elección de medio término del 26 de octubre. El mercado esperaba algunas letras chicas, por lo que luego de esas palabras las acciones aplicaron el freno, tropezaron los bonos soberanos y los dólares retomaron el rally alcista. El amor de los mercados siempre es un breve encuentro.

La orilla financiera de la cuestión ya había sido rumiada, antes del arribo gaucho, por la senadora demócrata Elizabeth Warren, una de las principales impulsoras de la creación de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB) tras la crisis de 2008, y propulsora de regulaciones estrictas para los grandes bancos, los fondos de inversión y los prestamistas federales y privados para estudiantes. El premio Nobel de Economía Paul Krugman, por su parte, dijo que la Argentina estaba quemando miles de millones de dólares en reservas para sostener un tipo de cambio, que los préstamos permitían que los fondos de cobertura vendieran sus activos argentinos a precios inflados antes de la caída del peso, y que los contribuyentes estadounidenses deberían pagar mucho “para rescatar a los amigos de Bessent en un intento inútil de salvar al Elon Musk del Sur”. Hubiese sido preferible que Warren continuara con su protección a los consumidores norteamericanos frente a los abusos de Wall Street, y que Krugman no tuviese la oportunidad de expresarse respecto de nuestro país en los términos en que lo hizo. Pero es posible que tampoco este haya sido el tema neurálgico de la visita y sus cuernos.

Un acuerdo comercial con Estados Unidos podría incluir la exención o reducción de aranceles para varios productos argentinos, pero el raid del martes 14 pone algunas cosas en entredicho.

Donald Trump y su ayuda, ¿son un ancla externa o es un grillete eterno? La Argentina para el republicano, ¿es un país con volumen o él está jugando a los naipes? La suerte de “El León Libertario”, ¿produce efectos sobre un emblema o sobre un experimento? Alguien demasiado centrado en sí mismo (como lo son ambos presidentes), ¿es un aliado confiable y durable o uno instantáneo y momentáneo? Entre el swap con China y un swap con los EE.UU., ¿cuál es el más conveniente para el país? Al interior del gobierno argentino actual, ¿se agrava una disputa entre los partidarios de no tomar partido por Estados Unidos en contra de China (o de no tomarlo por China en contra de los EE. UU.), y los partidarios de algún otro alineamiento?

El apoyo de Donald Trump, ¿es a la supervivencia del Presidente, a la del equipo económico, o son la misma cosa? Y si son lo mismo, ¿es una buena política que el hecho de mantener un dólar atrasado dependa de hacer reformas en el terreno tributario, laboral y previsional, y que esas reformas sean urdidas en “la calle” (The Street), como llaman coloquialmente a Wall Street? Y si no es una buena política, ¿puede un mal político, que mantiene su línea de pensamiento, obtener la sustentabilidad que demanda la escena norteamericana? Si ese fuera el caso, ¿se justificó el viaje? Y si no se justificó, ¿podremos los argentinos gobernarnos solos?

Tal vez, incluso preguntas tan cargadas de significado no sean las decisivas. Queda claro que son excesivamente coyunturales. Luego, EE.UU. ya activó el Fondo de Estabilización Cambiaria (ESF), y tuvo con México una operación de USD 20.000 millones, para contener el “Efecto Tequila” en 1995, que deja material para la reflexión. Adicionalmente, ese país y sus aliados no intentaron que Rusia se integrara al sistema económico global luego del 26 de diciembre de 1991, cuando acaeció la disolución de la URSS, a diferencia de lo que hicieron con Alemania y Japón. Existen antecedentes sobre cómo Estados Unidos intenta vaciar el mar con una cuchara de café.

En 2012, Danae Stratou presentó una instalación artística en una galería de Atenas, titulada “Es hora de abrir las cajas negras”. Stratou es una artista visual nacida en Atenas en 1964, reconocida por sus obras de arte contemporáneo e instalaciones multimedia de gran escala. Su trabajo explora temas como el espacio, la ecología y la conexión entre lo interno y lo externo.


Las cajas negras eran 100, de metal y cada una almacenaba una palabra de entre todas las enviadas por las redes sociales en respuesta a la pregunta: “En una sola palabra, ¿cuál es tu mayor miedo, o qué te gustaría conservar a toda costa?”. Las cajas negras de Stratou se abrirían antes de que fuese tarde, a diferencia de las cajas negras aéreas. La palabra más repetida no fue ni “pobreza”, ni “desocupación” ni “precios”, sino “dignidad”; perderla era el mayor miedo.

No hay dignidad posible en el contexto de un incremento acelerado de la deuda pública, para fines absolutamente improductivos, ni si diariamente se plantea la venta de todos los sectores valiosos que posee el Estado Nacional, así como de los recursos naturales estratégicos. No hay dignidad sin educación, ciencia y tecnología, y salud. Ni la hay sin lucha, sin compromiso y sin tenacidad.

En algún momento, el sufrimiento acumulado de los oprimidos se transforma en viñas de ira. Estados Unidos debiera saberlo, porque la expresión proviene de un verso de “El Himno de Batalla de la República” (The Battle Hymn of the Republic), escrito en 1861 durante la Guerra Civil por Julia Ward Howe. Antes, en el Libro de Revelación (Apocalipsis, 14-19-20), el acto de pisar las uvas simbolizaba el juicio divino. Sólo el orgullo justifica las decisiones más duras, sólo la dignidad indigna al parlanchín.

Se atribuye al poeta romano Horacio haber escrito “Endeudado sólo conmigo mismo”. No hay antecedentes de que la frase haya sido incluida en las charlas presidenciales de octubre. Si hubiese estado, esa habría sido la cosa más importante a la que referirse.

RB/MG

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