BERLÍN
Mientras muchos parecían encandilados por la demostración de fuerza que supuso la reciente cumbre de Trump y Putin en Anchorage, Alaska, y no dudaban en nominar al presidente estadounidense al Nobel de la Paz, una voz disonante llegó desde Europa: Hendrik Remmel, analista militar del Instituto Alemán de Defensa y Estudios Estratégicos (GIDS, por sus siglas en inglés), anticipó el fracaso del encuentro para contribuir a la paz en Ucrania.
Después de que el presidente ruso ordenara una ataque con cientos de drones a Ucrania que llegó a impactar el palacio presidencial en Kiev, y se atreviera a realizar varias incursiones en el espacio aéreo de la OTAN, el analista traza un panorama complicado para la alianza militar, al afirmar que las prioridades de defensa de Estados Unidos ya no están en el Viejo Continente. “Putin siempre obtuvo lo que quiso de Trump” , afirma Remmel, en diálogo desde Hamburgo con este diario.
“Putin tiene mucha más experiencia como hombre de Estado que Trump, que es impredecible. Aun así, una de las pocas constantes en la guerra en Ucrania ha sido que Trump no ha impuesto nuevas sanciones contra los rusos. No ha habido consecuencias ante esta reticencia de los rusos a llegar a una negociación”, enfatizó el analista, con varios años de experiencia como oficial de tropas de combate del ejército germano, en momentos en que la UE planea edificar un “muro” antidrones.
–¿Cómo valora en este contexto las incursiones rusas en Polonia y Estonia?
–El espacio aéreo de la OTAN está siendo violado cada semana por drones, helicópteros o aviones de las fuerzas rusas. Lo mismo sucede en el ámbito marítimo. Existe una regularidad; no se trata de una casualidad.
–¿Putin sigue avanzando hacia Occidente? ¿Qué es lo que quiere en realidad?
–Hay varios análisis al respecto. Putin reivindica que se reconozca internacionalmente la anexión rusa de las cuatro provincias ucranianas de Lugansk, Donetsk, Zaporiya y Kherson, así como la de Crimea. Esta sería la variante menos peligrosa para Ucrania, para la OTAN y para Europa. Y luego está la variante extrema, que dice que el continente euroasiático debería ser dominado por Rusia, económica, cultural y políticamente. Y Putin se mueve en el espectro que hay entre estas diferentes posturas. Así que no sabemos exactamente cuál su intención.Pero en las previsiones estratégicas de posibles futuros, generalmente partimos del peor escenario posible, porque debemos estar preparados. Si estamos preparados para el peor escenario, también lo estaremos en gran medida para los escenarios menos peligrosos.
–Putin parece convencido de que ganará la guerra en Ucrania pronto.
–Putin lo cree y también lo cree el establishment militar y político ruso. Rusia cree que cuenta con una población más resistente y capaz de soportar el sufrimiento, que ganará esta guerra gracias a la superioridad de la cultura rusa. Es una ideología muy étnica, muy nacionalista. Y no se trata solo de Putin, sino de toda una ideología.
–El apoyo occidental no parece ahora tan fuerte. Muchos creen, por ejemplo, que Trump, por su cercanía a Putin, dejó a la OTAN en la estacada.
–La razón por la que surgen estas dudas es que los estadounidenses le asignan a este conflicto una menor importancia que los europeos. Para los estadounidenses, y eso ya era así bajo la administración Biden, este conflicto es principalmente regional, un asunto de los europeos. Desde 2011 los estadounidenses han trasladado su centro geoestratégico al Indo-Pacífico, en respuesta a la principal amenaza a su dominio hegemónico regional: China. Y los europeos han ignorado por mucho tiempo el insistente reclamo estadounidense para que el reparto de cargas de la OTAN se haga de manera más equitativa. Y con Trump eso se ha catalizado.
–¿Estarán los países europeos en condiciones de defender por sí mismos lo que aquí se denomina el “flanco oriental”?
–Hoy pueden hacerlo, porque las fuerzas rusas están en gran parte desplegadas en Ucrania. En el momento en que la guerra termine y de pronto 700.000 soldados rusos, soldados con experiencia de combate, estén disponibles, sería diferente. La pregunta es: ¿podrá la OTAN disuadir a los rusos de una agresión adicional más amplia sin los estadounidenses, que tienen otras prioridades estratégicas?
–Ahora en Alemania hay críticas porque solo se derribaron unos pocos drones rusos del total de los que entraron en Polonia, y eso con sistemas extremadamente costosos. ¿La OTAN no puede derribar siquiera unos cuantos drones baratos?
–La defensa aérea de la OTAN está orientada principalmente contra medios de guerra aérea convencionales y clásicos, es decir, misiles de crucero y aviones de combate, y menos contra este uso masivo de drones, que se ha implementado por primera vez en la guerra rusa en Ucrania. Kiev ha logrado adaptarse de un modo muy rápido a una economía de guerra, pero los Estados europeos no lo pueden hacer, porque están en un modo de paz. No tienen las capacidades de producción ni las condiciones legales. Por lo tanto, no están hoy preparados para ataques masivos con drones como los que está sufriendo Ucrania.
–¿Podría entonces el Kremlin lanzar uno de estos ataques contra la OTAN?
–En teoría, sí: se podrían desplegar unos 800 drones sobre el territorio aliado de la OTAN, que, debido a su número, sobrepasarían la capacidad defensiva y lograrían atravesarla en gran medida. Sin embargo, esto no ocurre ahora por la consecuencia que traería: una guerra contra la OTAN, aunque fuera solo contra los Estados europeos de la OTAN. Rusia no podría librarla ahora, sobre todo porque está ocupada en Ucrania. La lección que debemos sacar de esto es que hay que redoblar el apoyo a Ucrania. Ucrania debe ser capaz de desgastar militarmente a Rusia. Al mismo tiempo, debemos organizarnos militarmente de modo que, incluso después de que este conflicto termine, podamos seguir disuadiendo a Rusia de cualquier agresión militar. Eso es decisivo. Y sin duda también supone, a mediano plazo, establecer una defensa convencional creíble contra los drones que todavía nos falta.