Hace 12 años, cuando nació Nina, sus padres sabían que si querían una vacante en el colegio de la zona norte que habían elegido, no debían demorar. Por eso, en abril, cuando la beba tenía solo tres meses, María F. y Joaquín se presentaron para anotarse en lista de espera para al año siguiente confirmar la vacante en sala de 2. Una amiga de María había hecho lo mismo estando embarazada para asegurarse un lugar, aunque no la inscribieron porque tenían que tener un documento y un nombre para asentar. El año pasado, cuando nació su sobrina, María le recomendó a su hermana que no demorara en anotarla si quería una vacante. Pero cuando fueron a averiguar, se encontraron con que el panorama había cambiado. Ya no había lista de espera y le recomendaron que volviera este año para inscribirla directamente.
Esta es una realidad que se repite en la mayoría de los colegios en los que antes conseguir una vacante era una misión muy difícil, que había que encarar con mucha anticipación. Y se hace más marcado en los colegios más tradicionales, que en otras épocas tenían lista de espera y hoy en realidad tienen abiertas las inscripciones todo el año. Algunas ponen carteles en las puertas que indican que las inscripciones están abiertas para 2026, aunque la mayoría prefiere publicarlo en sus redes sociales.
La inquietud no es menor: la caída en las inscripciones que en estos años se venía haciendo sentir en el nivel inicial comienza a irradiarse a la primaria. Una estadística que preocupa: un informe del gobierno porteño advierte que en 2025 la matrícula de ingresantes a primer grado cayó un 25% respecto a 2020. Para 2028, en apenas dos años lectivos, esa caída alcanzará a todo el nivel primario.
De allí, que muchas escuelas están desplegando sus estrategias para paliar de alguna manera la caída. Desde contratar consultoras especializadas para saber cómo moverse en este nuevo mercado, hasta habilitar talleres a contraturno o doble jornada desde sala de tres, incorporar salas mixtas en colegios tradicionalmente solo de varones o de mujeres, hacer focus groups con las familias para conocer mejor sus demandas, hasta armar salas de nivel inicial que agrupan distintas edades. La gran incógnita y preocupación es qué va a pasar cuando esos niños y niñas que hoy están en salas de nivel inicial que apenas superan los 15 chicos, lleguen a la primaria.
La caída de la natalidad en los últimos años es tan marcada que ya se nota una merma enorme en la matrícula. Las autoridades de los colegios cuentan que cada vez es más difícil completar una sala de 20 chicos.
Un informe del gobierno porteño indica que la caída de la tasa de nacimientos fue del 36% en la cantidad de nacimientos entre 2014 y 2022 a nivel nacional, y del 44% en la Ciudad de Buenos Aires, con especial efecto en zona sur de la Ciudad. Esto implica una reducción de casi el 35% de los alumnos que se inscriben en el nivel inicial con respecto a 2019. Y los datos que se proyectan sobre primaria no son más alentadores. En 2025 la matrícula de ingresantes a primer grado (estatal y privado) cayó un 25% respecto a 2020 (de 41.117 ingresantes en 2020 a 30.686). Además, entre 2023 y 2026 se estima que habrá aproximadamente 7400 estudiantes menos en jardines estatales y cerca de 7600 en los privados.
Otro dato: en primer grado, entre 2023 y 2028 las escuelas estatales perderán 6000 alumnos y alumnas y el sector privado aproximadamente 5700 estudiantes, señala el informe al que tuvo acceso LA NACION, que apunta que esta situación, por otro lado plantea una serie de oportunidades: “Posibilidad de avanzar en la ampliación de la jornada escolar, reorganizar la oferta en todos los turnos y potencial para fortalecer políticas de inclusión educativa”, dice el documento. Dependerá claro de las políticas que se implementen.
La preocupación por la constante baja en la matriculación no es menor. En estos días, se conoció que el Instituto Anunciación de María, histórico colegio de Belgrano R, anunció a las familias que cerraría sus puertas al fin del ciclo lectivo y que el edificio sería puesto a la venta. La noticia generó estupor y angustia en la comunidad de familias. Según explicaron las autoridades, el colegio enfrenta una grave crisis de matrícula en el nivel inicial y en los primeros años de primaria, con cursos que rondan los nueve alumnos por año. Mientras tanto, en los últimos años de primaria y en toda la secundaria, el colegio mantiene su alumnado histórico, que ronda los 28 chicos por año.
“Ustedes son testigos de los cambios que se están dado en la sociedad en general: la disminución de la natalidad, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires, el impacto de la pandemia y la baja matrícula que afectó gravemente a muchas instituciones educativas, especialmente a nuestro querido Instituto Anunciación de María”, leyó desde el escenario, el miércoles pasado, frente a la comunidad educativa, la madre superiora provincial de las hermanas vicentinas, la hermana María Celia Aguilar.
“El caso del Anunciación encarna desafíos que atraviesan muchas escuelas privadas: hoy esa institución contaba con alrededor de 310 alumnos; sin embargo, en los niveles iniciales los cursos descendían a apenas nueve alumnos, y se acusa una caída de matrícula de hasta un 80 % en inicial y 40 % en primaria. Esto no es un hecho aislado. La Argentina —y en particular la Ciudad de Buenos Aires— atraviesa una baja de natalidad sostenida, lo que intensifica la competencia entre escuelas por cada matrícula”, apunta Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de Argentina (Aiepa).
“Frente a este panorama, es más urgente que nunca otorgar protección especial a las escuelas de gestión privada. Son faros educativos con propuestas diversas, que suman pluralidad y enriquecen el sistema. Los equipos directivos y docentes que las integran poseen una formación profesional y una tradición que no podemos permitir que se pierda”, agrega Zurita.
Un informe de Aiepa de principios de año ya advertía esta situación: “el fenómeno presenta desafíos estructurales. Una de las problemáticas más apremiantes es la normativa que exige un número mínimo de alumnos para que las instituciones puedan acceder a los aportes estatales. Necesitamos revisar la normativa que requiere un número determinado de estudiantes para conservar el aporte estatal. Hoy tenemos menos alumnos, pero igual cantidad de cursos y cargos. Esta regulación, que se diseñó en tiempos de mayor natalidad y mayor demanda de vacantes educativas, no es sostenible en el contexto actual y mucho menos en el que se avecina en los próximos años”, dice el documento.
La caída del ingreso de nuevos alumnos no solo preocupa al sistema privado. El informe de Aiepa apunta: “en 2023 ingresaron 102.000 alumnos menos a la primaria que en 2011, lo que representa una disminución del 12,6% en la matrícula general. El fenómeno se refleja principalmente en el sector estatal, cuya caída es del 15%. En cambio, en las escuelas privadas, la reducción es del 6%”, señala.
Justamente, en el sistema público en estos días se generó cierta polémica por la posible fusión de grados de escuelas públicas porteñas para el próximo año, ante la caída de la matrícula. Están evaluando la posibilidad de unificarlos en los cursos donde no se alcanza el mínimo operativo, pero la confirmación llegará luego de tener los datos de las inscripciones, se informó oportunamente desde el Ministerio de Educación de la ciudad.
“Vamos a tomar decisiones en base a la realidad y los datos concretos. Es algo que sucede. La conversación es con toda la línea jerárquica del sistema: supervisores, directores y equipos de cada institución. Y también con los gremios, el estatuto docente prevé este tipo de reorganizaciones”, indicaron fuentes de la Ciudad, y remarcaron que no implica cierre de escuelas sino la administración de la matrícula existente.
Carlos Meira dirige una consultora que lleva su apellido y que suele ser convocada por algunas de las instituciones más prestigiosas y que históricamente nunca se habían enfrentado al dilema de la baja de matrículas. Prácticamente siempre trabajaron con lista de espera y hoy, en cambio se encuentran con su convocatoria de inscripciones abierta de febrero a diciembre.
“Vemos con preocupación que muchos establecimientos privados no han transitado aún el camino de la transformación digital necesaria para afrontar los desafíos de generación y captación de la demanda de nuevos alumnos. El mundo digital se ha transformado en el primer lugar donde los padres de familia buscan información para elegir colegio. Esto requiere que los colegios profesionalicen su gestión de marketing y comunicación. No alcanza solo con mejorar y modernizar sus propuestas de valor educativa o den respuestas a las nuevas inquietudes de los padres, como el uso del celular u otros dispositivos o el impacto de la IA en la educación. Los que no estén a la altura de la información y la propuesta que buscan las familias, los que no profesionalicen su propuesta corren seriamente el riesgo de desaparecer”, asegura.
Y menciona estrategias que están desplegando colegios en todo el país, desde abrirse a los horarios flexibles de trabajo de los padres, hasta algunos que han decidido mudar literalmente su oferta a zonas en las que los nuevos desarrollos urbanos concentran una nueva demanda de oferta educativa.
Escuchar a las familias, armar estrategias conjuntas, ser flexibles a los pedidos, ampliar el target incorporando cursos mixtos, aunque tradicionalmente fueran de solo mujeres o solo varones, son algunas de las estrategias que despliegan por estos días algunos colegios para lograr cubrir todas las vacantes.
“Hasta antes de la pandemia trabajamos con lista de espera. Hoy ya no. Antes teníamos unos 27 o 28 chicos por sala. Hoy, como mucho son 21. Las familias tienen menos hijos. Antes teníamos familias de cuatro o cinco hijos, hoy eso es una rareza. Porque la mayoría de las mamás son profesionales, ya no son amas de casa, como ocurría hace unos 15 años. Tuvimos que adaptarnos a esta nueva realidad. En las salas de 3 y 4, que eran jornada simple, las familias nos pedían jornada doble por el tema laboral. Entonces sumamos talleres a la tarde para sala de 3 y a la sala de 4 la hicimos jornada completa”, explica Macarena Irarrázaval, representante del colegio San Felipe, de Don Torcuato.
“Aprendimos a anticiparnos a las necesidades de las familias, que los chicos más chicos puedan estar más horas en el colegio se planteó como una necesidad, ya que la mayoría de las madres trabaja. De esa forma, les permite evitar tener que contratar una niñera muchas horas. Son estrategias. También nos pedían talleres, para que los horarios fueran flexibles, y como son los horarios laborables de las madres y los padres con el home office. Nos tuvimos que adaptar”, cuenta.
“Atentos a esta realidad, en el Colegio San Martín de Tours en los últimos años hemos implementado diferentes estrategias: incorporamos sala de 2, talleres de inteligencias múltiples de jornada extendida, aulas flexibles y prehora para nivel inicial. Esto busca acompañar las nuevas necesidades de las familias de hoy. También desde este año el colegio es mixto, para que las familias puedan educar a todos sus hijos en una misma institución”, apunta Mariana Gallagher, directora general del San Martín de Tours.
“A la vez, el proceso de inscripciones está abierto todo el año, se realizan reuniones informativas y open school, que es un día de puertas abiertas para que los interesados puedan conocer nuestro proyecto educativo y experimentar cómo aprenden nuestros alumnos en el colegio. Hemos tenido muy buena respuesta a estas estrategias y estamos con mucho interés y buen nivel de inscriptos para 2026. De hecho, hemos aumentado el número de alumnos en casi todas las salas de nivel inicial”, cuenta Gallagher.
“Nosotros estamos atentos, no solo a las cuestiones que inciden de forma directa en el proceso de inscripciones, matrícula, sino otros factores que se ven en el largo plazo. También estamos trabajando muy profundo en el concepto de familia, porque uno cuando educa siempre piensa en el futuro y lo que vamos aportando. Uno quiere formar jóvenes que en el futuro quieran tener familias, no que no quieran tener hijos y que en un futuro no tengamos más niños. El valor de la familia también es importante trabajarlo”, aporta Gallagher.