
A mediados de 2024, Mohammed Jawad, de 41 años, se despertó en un hospital del norte de Gaza queriendo mover el pie izquierdo. Había sido herido en un bombardeo semanas antes y su estado de salud se había deteriorado debido a la falta de cuidados y medicamentos. Le costó entender que los médicos habían tenido que amputarle la extremidad para salvarle la vida. “Sentí que me había perdido a mí mismo”, resume a este periódico.






