Julia Navarro: “Soy feminista porque soy demócrata”

La NaciónCulturaLa Nacion09/10/20255 Views

Anya y Clotilde son dos mujeres que tienen tanto en común. El arte y su deseo de libertad marcan el rumbo de sus vidas sin importar las consecuencias. En contextos diferentes, pero con similitudes. Una está ligada a la poesía y a la música. Otra, a la caricatura y -por ser mujer- sus dibujos se venden detrás del seudónimo Asteroide.

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Una está en la España franquista y la otra en la Unión Soviética de Stalin. Ellas no están dispuestas a callarse frente a regímenes que temen a la cultura y al arte en cualquiera de sus manifestaciones, ellas no están dispuestas a “que les mutilen el alma”. Ellas son las mamás de El niño que perdió la guerra.

En su nueva novela, la autora española Julia Navarro (Madrid, 1953) narra la historia de Pablo, que a los cinco años es enviado a la Unión Soviética durante los últimos meses de la Guerra Civil, por decisión de su padre que era un militante comunista que trabajaba para los rusos y buscaba para su hijo un futuro mejor, sin importar la rotunda postura de su madre, Clotilde.

Anya lo recibió en la Unión Soviética y lo trató como a su hijo, Igor.

“Aquí yo he querido hablar de la maternidad. A veces hay un concepto muy cerrado. Parece que la maternidad o es biológica o no es. Y yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que hay muchas maneras de ser madre. Y Anya es tan madre de Pablo como lo es Clotilde. Clotilde lo ha traído al mundo pero Anya le ayuda a crecer, le pone la mano en la frente cuando tiene fiebre, lo abraza cuando tiene miedo, lo ayuda a pasar ese tramo tan complicado en la vida que es la adolescencia. Pablo nunca olvida que ha tenido una madre y que lo han arrancado de los brazos de esa madre. En realidad, tiene mucha suerte porque tiene dos madres”, detalla la autora en su visita a la Argentina.

Navarro cree que lleva toda la vida escribiendo este libro porque este es, justamente, como un compendio de todas las cosas que la preocupan. “Es un resumen de mi visión de la vida y quería trasladarlo a través de la historia de un niño. Los chicos siempre son las principales víctimas de todos los conflictos. Los niños no eligen las guerras de sus padres”. La lectura en su juventud de Réquiem de Anna Ajmátova le produjo una sacudida del alma. Entonces, empezó a leer literatura rusa de finales del siglo XIX y principios del XX, empezó a buscar todo lo que se había publicado. Por eso dice que tardó toda una vida en escribir esta historia.

“Este libro es un resumen de mi visión de la vida y quería trasladarlo a través de la historia de un niño

Temas para una novela

La cultura como un ancla a la dignidad humana, la maternidad en sus distintas circunstancias, la hermandad sin lazos sanguíneos, la censura de los regímenes extremos ya sean de derecha o de izquierda, la migración como única solución posible, la amistad en las cárceles soviéticas y franquistas, y el amor en su sentido más amplio atraviesan esta novela. También el humor como forma de resistencia a través de las caricaturas de Clotilde. “Los dictadores no tienen ningún sentido del humor y los autócratas, tampoco. Creo que no hay nadie que carezca más de sentido del humor que esos gobernantes porque en el fondo saben que son unos miserables”.

Comenta la autora: “Pablo e Igor son más hermanos que muchos hermanos que tienen los mismos padres”. Es que de verdad conmueve la relación entre ambos, que al principio no es fácil. Hablaban idiomas diferentes, Pablo llegó muy enfermo a la Unión Soviética, Igor tuvo que compartir con él su madre, su padre, su cuarto, su tía, su abuelo. Pero de a poco ese vínculo se transforma, “seguramente por la inteligencia y la sensibilidad de Anya”.

Grigory Kamisky, el padre de Anya, es uno de los personajes que más le interesa a Navarro; trágico, lo ha dado todo, sacrificado su juventud por una idea que termina devorando a su propia familia. “Pensé mucho en cómo definir sus contornos porque me parecía un personaje difícil y quería que trasluciera que no era un miserable. También me gusta mucho la tía Olga. La mujer callada, aparentemente resignada que parece que no se entera de nada, que lo acepta todo y sin embargo tiene una humanidad y una potencia interior tremenda, que es la argamasa de toda la familia. Creo que es como tantas mujeres a lo largo de la historia, que han estado ahí aparentemente en un papel secundario y sin embargo su valor y su potencia como ser humano era extraordinaria”, reflexiona Navarro.

“Yo soy feminista porque soy demócrata. No se puede ser demócrata si uno no es feminista”, afirma la española. Admira muchísimo lo que están haciendo las mujeres iraníes y las afganas, cómo se juegan la vida cuando echarse un poquito para atrás el velo es causa de que las condenen y las asesinen. “Yo eso no lo puedo soportar y no me conformo con que en esta parte del mundo hayamos hecho unas conquistas sin duda importantes”. El reciente terremoto en Afganistán es solo una muestra más. “Los talibanes prohibían rescatar a las mujeres de los escombros porque eso significaba tocarlas y, como la mujer es un ser pecaminoso para ellos, las dejaron morir. No puedo permanecer indiferente a eso por muy lejos que esté de mi país y de mi mundo, por lo tanto sigo teniendo muchas razones para seguir siendo feminista. No solamente porque crea que todavía nos quedan algunas cosas que conquistar sino porque hay muchas mujeres en el mundo que no tienen ni los mínimos derechos”, sentencia.

El niño que perdió la guerra está dedicado a los que dicen que no. Para la autora, cuyos libros se tradujeron en más de treinta países, todos aquellos que se atreven a decir “no” son los que hacen que la humanidad sea mejor. Y recuerda que hace muchos años cuando leía a Sartre, le interesó la polémica que tuvo con Camus: el primero tiene una postura práctica y el segundo, una postura ética. “A mí la que me tocó el alma fue la postura de Camus, estaba más de acuerdo con él pese a mi admiración absoluta por Sartre. Todo aquel que se atreve a decir no y que se la juega, porque Camus fue denostado por todos los intelectuales de la época que lo consideraban poco menos que un traidor a la causa de la libertad y de la igualdad, y sin embargo afrontó todo con una dignidad enorme. A veces se avanza diciendo no. Es lo que están haciendo las mujeres iraníes. Están diciendo no. Es lo que están diciendo tantas personas en el mundo que hacen que el mundo avance y sea mejor cuando no se resignan, cuando dicen no”, concluye.

Y después de este libro, llega a Argentina el 1° de noviembre Cuando ellos se van, un homenaje a Argos, el pastor alemán con el que compartió su vida durante trece años y que partió en 2024. Un perro muy especial.

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