El biogás es una fuente de energía renovable que se obtiene a partir de la descomposición de residuos orgánicos como son purines, estiércol, restos agrícolas o residuos alimentarios. Estos desechos se someten a un tipo de fermentación sin oxígeno conocida como digestión anaerobia que genera un gas que en un principio se quemaba para producir energía y que, actualmente, se inyecta directamente a la red. La Generalitat considera que es una de las energías que permitiría, en parte, autoabastecerse de gas y, por ello, aprobó el pasado 2024 la Estrategia Catalana del Biogás 2024-2030, un plan coordinado con el Instituto Catalán de Energía (ICAEN) que pretende —siempre con inversiones privadas que reciben subvenciones públicas— multiplicar por tres la producción actual de biogás (en 2024 se generaban 0,6 teravatios hora, TWh, de energía a partir de biogás y se pretende alcanzar, en 2030, los 2 TWh). En la actualidad hay cerca de 70 plantas, básicamente pequeñas, repartidas entre plantas ganaderas, depuradoras y plantas de residuos urbanos. Estos centros de producción generan 74 megavatios. La Generalitat quiere multiplicar esas cifras con la construcción de 12 plantas nuevas al año entre 2024 y 2030. Unas nuevas plantas de mayores dimensiones, con capacidad para tratar, cada una, 50.000 toneladas de residuos al año. La administración catalana asegura que, de este modo, se reducirán las emisiones de gases de efecto invernadero, se mejorará la gestión de purines y se impulsará la bioeconomía circular.