La historia del inmigrante esloveno responsable de darle forma a uno los monumentos más emblemáticos de la Argentina

La NaciónLifestyleLa Nacion15/10/20252 Views

Si van a Mar del Plata –al menos, por primera vez– y no se sacan una foto en el Monumento al Lobo Marino, aunque sea para imaginar lo que todos hacían cuando la ciudad balnearia tenía otro estatus, ¿realmente fueron a Mar del Plata? La escultura de piedra, ubicada en la Plazoleta de la Armada Argentina sobre elBulevar Marítimo Patricio Peralta Ramos es, por lejos (y sin contar los alfajores), el emblema más reconocido de la ciudad balnearia: una postal de la que poco se sabe en realidad, y ni siquiera tiene mención en ninguno de los hits musicales que homenajean a la ‘Perla del Atlántico’. Es más, muchos se atrevieron a insinuar que esos no son lobos… sino elefantes marinos.

Custodios de la Bristol

La historia oficial de Mar del Plata comienza con Patricio Peralta Ramos, comerciante y estanciero argentino quien, en el año 1860, le compró las tierras al portugués José Coelho de Meyrelles (ex cónsul en Buenos Aires) y se dedicó a desarrollar el área –por ese entonces, compuesta de un saladero y un pequeño puerto–, conocida como Puerto de la Laguna de los Padres. Por iniciativa del propio Ramos, y por decreto de la gobernación de la provincia de Buenos Aires, el 10 de febrero de 1874 se reconoció al pueblo de la Laguna de los Padres y se estableció su fundación con la nueva denominación de Mar del Plata.

La llegada del tren en 1886 contribuyó al crecimiento de la incipiente ciudad, pronto elegida como lugar de veraneo. Así, un viaje de 10 días se convirtió en un trayecto de tan solo 10 horas (saliendo desde la estación Constitución), abriendo una gran etapa de desarrollo para el nuevo destino turístico preferido de la aristocracia de Buenos Aires, coronada con la inauguración del lujoso Bristol Hotel, el 8 de enero de 1888. Con el hotel, también aparecieron las primeras ramblas de madera, y los hombres y mujeres más ilustres desfilando por la “Playa del Bristol” con sus llamativos trajes de baño –aquellos que cubrían el cuerpo desde el cuello hasta la rodilla–; los únicos admitidos, según el Artículo 2º del Reglamento de baños aprobado por la Municipalidad.

Foto familiar del matrimonio Salas en Mar de Plata, en 1933, que nos permite apreciar las similitudes entre los trajes de baños de ambos..

El antiguo saladero transformado en el balneario más famoso de la Argentina vivió su revolución a finales de la década del treinta cuando, por gestión de la comisión Pro Mar del Plata, en 1938 se aprobó el proyecto presentado por el arquitecto Alejandro Bustillo donde se planteaba la urbanización de la Bristol: la construcción del Casino Central y el Hotel Provincial, los balnearios, las playas de estacionamiento y la rambla frente a ambos edificios. Entre ellos también se situará la plaza seca Almirante Brown, la que hoy se abre al mar en una amplia escalinata de piedra, flanqueada por dos lobos marinos; mamíferos que solían pulular estas costas hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Una vista de 1934, cuatro años antes de que se aprobara el proyecto para construir el casino.

Representantes de la “Lobería Grande”

Hasta esa fecha, la actual ciudad de Mar del Plata era conocida como la “Lobería Grande”: un gran sitio de descanso, apareamiento y cría de los lobos marinos sudamericanos (otaria flavescens), los que se fueron alejando de las costas rumbo al puerto, tras la llegada de los primeros habitantes. Más allá de haber usurpado su hábitat natural, los mamíferos siguen siendo el símbolo más distintivo de la Feliz y el emblema elegido por el escultor argentino José Fioravanti para engalanar la plazoleta del bulevar.

Aunque las obras llevan la firma de Fioravanti –también responsable de las decoraciones escultóricas del vestíbulo de la Casa Rosada, el monolito del kilómetro cero en Buenos Aires y monumentos destacados como el de Nicolás Avellaneda, Roque Sáenz Peña y Simón Bolívar–, la realización del Monumento al Lobo Marino le corresponde al escultor Janez Anton Gruden: un inmigrante esloveno, graduado con el título de profesor de aritmética, dibujo y escultura, que refinó su oficio en la cantera de su padre Tomás (una antiquísima proveedora de mármol de calidad en cercanías de Trieste), antes de emigrar a la Argentina el 27 de mayo de 1927.

El día que los lobos marinos sufrieron una intervención no prevista

La historia suele resaltar el nombre de Fioravanti, ideador indiscutido del monumento, pero el tiempo se encargó de rescatar el trabajo de Gruden, cuyas obras hablan por sí solas. Entre sus trabajos más destacados están el Palacio Legislativo de Montevideo, el Monumento a España en conjunto con Arturo Dresco, el Monumento a las Glorias Navales de la Nación en Plaza Almirante Brown de La Boca, el Monumento al General Urquiza y los escudos que ornamentan el Patio Cívico del Monumento Nacional a la Bandera de Rosario, entre otros. Ningún improvisado, aunque la suerte quiso que Fioravanti cargara con el crédito.

Lobo solitario

A pesar de ser un monumento tan representativo de la costa argentina, hay varios datos imprecisos sobre los lobos de Mar del Plata. Se sabe que cada uno de ellos mide aproximadamente seis metros de altura y 13 metros de ancho y, como el complejo de Bustillo, fueron construidos e instalados por etapas, debido a las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. La obra fue terminada en 1941 y la primera estatua (la situada al norte) ya podía verse en las imágenes turísticas de 1943. A mediados de febrero de 1944, ambos mamíferos de piedra ya descansaban en su sitio actual, pero los historiadores no logran precisar ninguna fecha específica ni acto inaugural. ¿La única certeza? Cuando el Hotel Provincial abrió sus puertas, oficialmente el 18 de febrero de 1950, ahí estaban los lobos, custodiando la llegada de los primeros huéspedes.

Las estatuas de Gruden fueron esculpidas en piedra Mar del Plata, una arenisca cuarzosa de color blanco grisáceo característica de la región, en la cantera Sud Atlántica de estación Chapadmalal, perteneciente por aquella época al alemán Herman Wachnitz. Los pocos documentos fotográficos que se conservan fueron hallados casi por azar, cuando Alberto Castillo, hijo de quien compró la cantera en 1989, se cruzó con los antiguos negativos dentro de un sobre arrumbado en un armario de las viejas oficinas del lugar. César Nicolini, arquitecto y apasionado de la historia marplatense, no dudó en digitalizar el material que compartió con el proyecto Fotos de Familia, del diario La Capital.

Un lobo marino se metió en un local del puerto de Mar del Plata y generó un insólito intercambio con un usuario

Desde su aparición en la rambla, los lobos marinos de Mar del Plata fueron perdiendo el característico color blanco resplandeciente de la piedra recién esculpida; aguantaron el inevitable paso del tiempo y las inclemencias climáticas; fueron vandalizados e intervenidos en más de una ocasión, y retratados en infinidad de postales, fotografías y selfies de los turistas que no pueden (ni quieren) evitar esta parada obligatoria. Fueron declarados Patrimonio Histórico Nacional en dos oportunidades, la primera, a través del Decreto N°349 del año 1999, incluidos dentro del conjunto urbano del Casino, Hotel Provincial y plazoleta Almirante Brown. La segunda, por el Decreto N°769 de 2019, donde sí se los identifica como tal: patrimonio y símbolo de una ciudad con más de 150 años de historia y de nuestra argentinidad, como Messi o el dulce de leche.

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