
Martyn Clarke siempre se sintió un malvinense (pertenecía a una familia con tres generaciones de isleños), a pesar de haber nacido un 27 de abril de 1980 circunstancialmente en Plymouth, Inglaterra, por una exclusiva decisión de sus padres ante la falta de infraestructura del hospital de las Islas Malvinas. Su padre era un ex Royal Marine que enfrentó a la Argentina durante el conflicto de 1982, y su madre Julie, era dueña del mítico pub malvinense The Globe Tavern.
Ya de grande, Martyn comenzó a trabajar como empleado de mantenimiento en el ayuntamiento de Puerto Argentino, al tiempo que tocaba la guitarra eléctrica en una banda de música. Pero su verdadera pasión fue desde siempre jugar al fútbol, y lo hacía defendiendo los colores del equipo del pub de su madre, que formaba parte de la Liga de Fútbol de las Islas, del cual era su delantero estrella.
En uno de los 5 viajes que hizo a las islas el argentino Esteban Cichello Hübner (a las cuales lograba ingresar con su pasaporte italiano), quién había gestionado la histórica conferencia que Diego Armando Maradona dio en la Universidad de Oxford en 1995, comenzó a asistir a los distintos partidos de la mencionada liga malvinense, y quedó impactado cuando lo vio jugar a Martyn.Al culminar el torneo, tienen la tradición de invitar a uno de los espectadores que asistieron al evento final del certamen, a entregar distintos premios. Así fue como, al ser elegido, le tocó a Cichello entregar un trofeo al propio Martyn, a quién le preguntóqué equipo argentino conocía: ¡ABoca!, respondió al instante.
A partir de ese primer contacto, Cichello comenzó a gestar una idea: intentar lograr una prueba en Boca para el malvinense, contribuyendo de esta forma a acercar posiciones entre los habitantes de las islas y la Argentina (el cual siempre fue uno de sus objetivos), motivo por el cual viajaba con asiduidad a las Malvinas, llegando a estar en una oportunidad hasta 105 días viviendo en Puerto Argentino.
Al regresar a Buenos Aires, Cichello le habló a su amigo Maradonaacerca delas bondades de Martyn con la pelota. Maravillado con todo lo que le relató, Diego le hizo inmediatamente la conexión: a través de la secretaria del por entonces presidente de Boca Juniors,Mauricio Macri, le consiguió una reunión con el ingeniero.
En dicho encuentro, Cichello le habló de las características futbolísticas del malvinense y le pidió que le den la posibilidad de una prueba, a lo que Macri respondió: “Yo no sé de qué va la cosa, pero si juega bien que venga, por supuesto que habrá alguien que lo vea”. Así fue como el presidente xeneize, le traslado la solicitud al entrenador de Boca, Carlos Bianchi, quién aceptó habilitar esa posibilidad. A todo esto, el futbolista de Malvinas contaba con una condición inmejorable si finalmente fuera aceptado para jugar en Boca: al ser argentino, no necesitaba que se liberase un cupo como jugador extranjero.
Cichello se hizo cargo de los costos del viaje a Buenos Aires, a donde arribó el futbolista el 8 de agosto de 1999. A los 19 años, se convertía en el primer jugador proveniente de las Malvinas que se prestaba a entrenar en un club de la Argentina continental, y también, el primero en mudarse al continente luego del conflicto armado de 1982.
El mismo día de su llegada, el isleño contó con un privilegio soñado por cualquiera. Como sabían de la admiración que sentía por Maradona, Cichello y Claudia Villafañe,lo invitaron a su palco en La Bombonera para ver un partido de Boca contra Independiente, el cual finalizó con una victoria del equipo de la ribera por 3 a 0, con 2 goles de Palermo y otro de Riquelme. Al finalizar el cotejo, lo llevaron a comer pizza, donde el diez le dio suteléfono móvil para que Martyn hablara con su mamá que estaba en las islas.“Fue genial conocer aMaradona y él fue muy bueno conmigo. Me alentó, me apoyó y me dio el coraje para enfrentar todo esto”, comentó ante la prensa.
Se instaló primero en un hotel ubicado en el centro de la ciudad, y luego en un departamento que le prestó el propio Cichello, alternando su estadía con los días de concentración en el Complejo Polideportivo Casa Amarilla.
Al arribar a su primer entrenamiento en las instalaciones de Boca, declaró ante una multitud de periodistas asignados para cubrir su primera jornada: “Todos los días sueño con jugar en La Bombonera. Sería genial ver a toda la gente gritando un gol mío”. Sus compañeros del equipo The Globe Tavern en las islas, siguieron por televisión a la distancia, ese día histórico en la vida de Martyn Clarke.
Luego de realizar una serie de trabajos físicos conpelota, su primera práctica arrancó sobre rieles:jugó un partido junto a un grupo de juveniles y algunos profesionales. Se paró de centrodelantero e hizo dos goles, tras sendos pases del conocido futbolista Silvio Carrario. Uno de los medios gráficos escribió: “Clarke intentó una chilena fallida: con su 1,87 metro de altura y sus 82 kilos, debió soportar otras comparaciones burlonas con el 9 de Boca”. Con quien se lo comparaba, era nada más ni nada menos, que con el histórico goleador Martín Palermo. Al ser consultado al respecto, decía que se identificaba con Palermo, aunque reconocía que no tenía sus cualidades. “Me veo parecido a Palermo. Sólo un poco, nada más. No soy tan bueno como él, pero soy fuerte, uso bien el cuerpo y tengo un buen cabezazo”.
A partir de ese día, comenzó a entrenarse con la reserva y la cuarta división a cargo del entrenador Jorge Bernardo Griffa. El técnico, se comprometió a ayudarlo durante un lapso de tres semanas para ponerlo a punto física y futbolísticamente, para luego si, poder ser probado en la primera. Así fue como el malvinense dio comienzo a su período de prueba, alternando sus entrenamientos con el estudio del castellano a cargo de Boca. Por otra parte, el Hospital Británico le garantizó un seguro médico gratuito de por vida.
Por supuesto que su llegada a Boca generó todo tipo de comentarios vinculado con el tema de la soberanía. Sus padres lo apoyaron en forma incondicional, y lo defendieron del repudio que generó su decisión, tanto en las islas como en Inglaterra, mientras que, en la Argentina continental al trascender la noticia, se lo considero como un guiño de un malvinensehacia los argentinos. Al respecto, Martyn comentó a su arribo: “Mi padre combatió en las Malvinas con la Marina Real inglesa.El sí estuvo en la guerra, pero yo vivía en Plymouth.Sé que está contento con mi llegada a Boca. Yo me quieroquedar acá. Ese es mi deseo, pero no sé si me van a dejar”. A lo que agregó: “Es duro separarse de los seres queridos. Yo elegí venir y de la Argentina no me mueve nadie”. Para el, la Guerra de Malvinas fue “un malentendido”, y en varias entrevistas que le hicieron en Buenos Aires, dijo que “era demasiado joven para tener recuerdos de la Guerra”, y que él “solo quería jugar al fútbol”. También participó en un programa de televisión junto a veteranos argentinos de la guerra, donde pidió discutir la idea de tener dos banderas en las islas.
Por otra parte,al tiempo que transcurrían los días de prueba, se cuenta que Martyn Clarke se sentía cómodo con su nueva condición de famoso, y que se dejó atrapar por el magnetismo de Buenos Aires. Frecuentaba la noche porteña; asistía en forma regular a las salas de cine de la Recoleta; paseaba con asiduidad por Puerto Madero, y tenía predilección por el bar irlandés The Kilkenny. También trascendió que, había ido a ver el 3 de septiembre, el partido de Boca ante Argentinos Juniors en la cancha de Ferrocarril Oeste. En esa oportunidad, fue un empate 1 a 1 con un gol del infalible Palermo para el equipo del virrey.
Pero mientras se estaba por cumplir la fecha del tiempo de preparación pactado, sufrió una inoportuna lesión: una distensión muscular en el muslo de la pierna derecha, lo marginó por un tiempo de los entrenamientos. El tema fue que, cuando le dieron el alta, el club le comunicó que habían decidido no contratarlo. Al recibir esta noticia, declaro ante quien pudiera escucharlo: “Solo pido que me dejen recuperar y jugar un par de partidos para ganar ritmo y demostrar quién soy realmente como jugador”. Pero más allá del ruego, el sueño de jugar en la primera de Boca había concluido.
Con la tristeza lógica a cuestas, el malvinense decidió ir a probarse en los equipos de Defensores de Belgrano y El Porvenir, pero la suerte tampoco lo acompaño. Finalmente, Martyn nunca jugaría oficialmente en la Argentina continental.
Independientemente de su frustrado intento en el fútbol, le seguía gustando la vida en Buenos Aires. Había mejorado sustancialmente su manejo del castellano. Aprendió a tomar mate y se enamoró del asado y de las pizzas, porque “en las islas se come mucho pescado con papas fritas y carne de oveja”, solía decir. Fue seducido por el tango y comía frutas y verduras en cantidad, porque en las islas podía llegar a estar “hasta cuatro meses sin ver una fruta”.
De lo que no hay dudas, es que no era de rendirse fácilmente, ya que decidió continuar su carrera en el extranjero. Primero jugó en un equipo de la segunda división de los Estados Unidos, pero una rotura de ligamentos de su rodilla derecha en un entrenamiento, lo sacó de las canchas por un tiempo. Posteriormente, retomó su carrera en un club regional de un condado inglés.
Luego de su paso por Europa, la decisión de regresar en forma definitiva a las Islas Malvinas no fue nada fácil, ya que se lo consideraba un traidor, por haberse prestado a formar parte de una campaña de propaganda favorable a la Argentina.
Muy a pesar de las críticas, él no quería convertirse en un exfutbolista: volvió a participar de la liga malvinense y consiguió ser citado para representar al archipiélago a nivel internacional, en los denominados Juegos de las Islas. Fue justamente en esta competencia, donde logró conseguir resultados trascendentes. En 2005 marcó un gol en una victoria que todavía hoy se recuerda en Malvinas, y en 2013 contribuyó a que su equipo lograra por primera vez un histórico tercer puesto. En ese torneo, marcó el primer gol en un partido que terminó con una inolvidable goleada por 6 a 0.
Pero todo tiene un final, por lo que un día decidió colgar los botines. Con el tiempo, Martyn se casó con una filipina, con quien tuvo una hija, y en lo laboral logró tener su propio emprendimiento de logística. Parecía que la felicidad había golpeado nuevamente a su puerta.
Eso sí, el ruido que generó su paso por la Argentina continental, nunca se dio por finalizado. Con los años, el diario inglés The Guardian, publicó acerca del presunto lanzamiento de una película que abordaría su historia, la cual se llamaría “Jugando para el enemigo”,con el actor Martin Compston (escocés y también exfutbolista), quién haría el papel de Martyn. Los directores del filme, hasta se ilusionaron con tener a Maradona como protagonista, dado que fue uno de los principales anfitriones de su estadía en Buenos Aires, pero finalmente la película nunca se realizó. Con respecto a Maradona, la noticia de su fallecimiento, lo entristeció profundamente al malvinense.
Con el tiempo, un periodista de la agencia Noticias Argentinasse contactó con Martyn Clarke, para entrevistarlo también acerca de su intento por jugar en Boca, quién le respondió: “Me gustaría hablar, pero necesito tiempopara poder darte una entrevista verdadera y profunda, que es lo que necesito para mi propia tranquilidad”. Y agregó: “Tendrás suerte porque nadie sabe la verdad sobre todas mis experiencias con el fútbol y siento que necesito contar mi punto de vista”,agregó.
Sin embargo, los problemas de conexión en el archipiélago y el trabajo de Martyn, que lo obligaba a repartir sus días entre Puerto Argentino e Inglaterra, complicaban el poder concretar el mencionado reportaje.
Ese reportaje nunca se concretó. Martyn Clarke decidió de forma inesperada, poner fin a su vida el 22 de diciembre de 2022. Tenía 42 años. Su hermano, se contactó con el periodista de Noticias Argentinas para transmitirle la trágica decisión que tomo el exfutbolista. Nunca trascendieron las posibles causas que lo llevaron a suicidarse. Quiera Dios que donde este, haya encontrado la tranquilidad que seguramente estaba necesitando.
Para finalizar quisiera resaltar que, al abordar su historia, más allá del análisis de su carrera como jugador, de sus éxitos y fracasos, imagino que siempre cuando jugaba, había un instante mágico durante el cual Martyn se destacaba especialmente. Era tan solo un momento, que ocurría con cierta asiduidad, no importaba si era un cotejo oficial, un entrenamiento o simplemente un partido entre amigos. Era ese espacio del tiempo en el que se disfrazaba de héroe y convertía un gol. Dicen que siempre salía
corriendo hacia un lateral del campo con el puño en alto, pegaba un
salto al cielo y quedaba suspendido en el aire, intentando hacer eterno
su contacto con el suelo. Martyn tenía esta forma de festejar sus goles,
porque imitaba la manera en que lo hacía Maradona. Era su homenaje al
Diego. Seguro que, en ese momento, Martyn era plenamente feliz, y no
importaba la edad que tuviera: ese instante lo disfrutaba como un
chico. Esta nota es un homenaje a Martyn Clarke. El pibe de las Islas Malvinas que intentó jugar en Boca.
Porque precisamente, lo que no tuvieron en cuenta quienes lo criticaron duramente cuando vino a probarse a la Argentina continental, es que Martyn era un pibe de 19 años. Tan solo eso. Un pibe que lo único que quería, era jugar a la pelota.






