
WASHINGTON.- Desde que en la mañana del lunes 24 de septiembre, en la previa de la reunión de Donald Trump y Javier Milei en Nueva York, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, jugó en público sus primeras cartas fuertes en las que se mostró dispuesto “hacer lo necesario para apoyar” a la Argentina, en su turbulento camino hacia las elecciones legislativas de este domingo el Gobierno quedó atado inevitablemente al auxilio de Estados Unidos, su principal aliado.
A golpe de tuits, anuncios, señales de respaldo y declaraciones a periodistas, Trump y Bessent se convirtieron en actores centrales -y cotidianos- de una campaña electoral a 8500 kilómetros de Washington, un hecho tan inusual como resonante que aún hoy genera un amplio debate en Estados Unidos.
El punto álgido, que abre interrogantes sobre lo que podría pasar el lunes a la luz de los resultados, fue el condicionamiento electoral a la ayuda que esgrimió el propio presidente norteamericano en la reunión con Milei en la Casa Blanca, el 14 de octubre. Su ya célebre frase –“Si él pierde, no seremos generosos con la Argentina”– generó un cimbronazo que el Gobierno rápidamente intentó aclarar. “Se refería a los comicios de 2027”, repitieron a coro Milei y varios funcionarios.
La sensación predominante en Washington es que esta instancia electoral podría ser determinante para el futuro de la alianza entre la Casa Blanca y la Casa Rosada, la gran apuesta de Milei para el segundo tramo de su mandato.
El economista Brad Setser, exsubsecretario adjunto del Tesoro e investigador en el Consejo de Relaciones Exteriores, no recuerda un precedente similar de ayuda financiera de esta magnitud por parte de Estados Unidos –swap por US$20.000 millones y negociación de préstamos de bancos por un monto similar- a un gobierno aliado antes de unas elecciones de medio término.
“Y es aún más inusual que intervenga directamente para defender la banda cambiaria de otro país. Estados Unidos no suele arriesgar sus propios fondos para ayudar a un país que ha incumplido sistemáticamente las condiciones de sus programas con el Fondo Monetario Internacional [FMI] para evitar una depreciación. La intervención norteamericana en este caso ha sido inusual y única“, señaló a LA NACION.

En ese sentido, la coincidencia en Washington de actores políticos, económicos y diplomáticos es casi total. Más aún respecto a que el “caso argentino” jamás había acaparado semejante nivel de atención mediática, de los funcionarios, de la oposición y de sectores productivos, con críticas y resistencias al auxilio financiero negociado entre Bessent y el equipo económico liderado por el ministro Luis Caputo.
Al arsenal económico y geopolítico de Bessent no le faltó casi nada, ni siquiera críticas despiadadas a la oposición -habló de “décadas de declive derivado del izquierdismo radical del peronismo”– y advertencias sobre la posibilidad de que la Argentina se convierta en “otro Estado fallido” como Venezuela si se desviara del camino de reformas emprendido por Milei. Con sus intervenciones explícitas, el secretario del Tesoro también tiene puesto mucho en juego este domingo.
While she remains mostly focused on singing "Don't Cry for Me Massachusetts” and voting against paying government workers, @SenWarren has somehow also found the recent bandwidth to threaten large banks on their lending policies.
She is an American Peronist. And the only thing… pic.twitter.com/KLAVVS4U34
— Treasury Secretary Scott Bessent (@SecScottBessent) October 24, 2025
“Los riesgos para Estados Unidos se centran principalmente en la reputación. Si esto saliera mal, dado que el país es una potencia capaz de influir en las decisiones económicas y financieras mundiales, surgirían dudas sobre su capacidad para alcanzar ese tipo de objetivos con los países con los que mantiene alineamientos estratégicos“, explicó a LA NACION Martin Mühleisen, experto del Atlantic Council y exfuncionario del FMI experimentado en la gestión de crisis económicas y diplomacia financiera.

“No es malo que Estados Unidos utilice sus recursos financieros para intentar sacar a países de apuros”, señaló Charles Kenny, investigador principal del Centro para el Desarrollo Global en Washington, a The New York Times. “El gran problema con la situación de la Argentina es que, a menos que algo cambie, es dinero desperdiciado”, alertó.
“Es una de las decisiones más imprudentes que le he visto hacer al Tesoro norteamericano”, opinó, en tanto, la politóloga Carol Wise, experta en relaciones internacionales y economía latinoamericana de la Universidad del Sur de California. “Nunca vi nada parecido, que un gobierno como el de Estados Unidos invirtiera tanto de su propio capital para estabilizar un tipo de cambio extranjero en la previa de una elección”, dijo a LA NACION.
Trump tiene un abordaje de la diplomacia muy transaccional, con la economía como la base de los asuntos internacionales, y su alianza con Milei le ha generado fuertes críticas internas al no poder justificar por qué esta ayuda respeta su mantra “Estados Unidos primero”. Su última explicación fue la más cruda. “No tienen dinero, no tienen nada. Están luchando muy duro para sobrevivir. Se están muriendo”, le respondió a una periodista a bordo del Air Force One.
Más allá de los lógicos rechazos de los demócratas, sectores que son parte de la base de votantes de Trump, como productores de soja y ganaderos, también han alzado la voz, y más recientemente varios congresistas republicanos mostraron su rechazo al plan de la Casa Blanca para cuadriplicar la cuota de importación de carne argentina para bajar los precios en el mercado interno. Las quejas -recurrentes en redes sociales- llegaron hasta el despacho presidencial a través de una carta de ocho congresistas, que advirtieron por las “fuertes preocupaciones de los productores”.
Our farmers and ranchers stand ready to deliver on @POTUS’s America-First agenda.
The United States produces the safest, highest-quality beef in the world. Let’s build on that success to meet increased demand. READ: pic.twitter.com/IK4Jr7svmm
— Congresswoman Julie Fedorchak (@RepFedorchak) October 22, 2025
El resultado electoral tampoco le será ajeno al magnate republicano, que a la luz del tormentoso frente interno desatado por el auxilio a la Argentina podría tener que recalibrar cómo continuar con su respaldo a Milei. De acuerdo a una encuesta de la firma internacional YouGov y The Economist -realizada entre el 17 y el 20 de octubre- el rechazo a la ayuda financiera a la Argentina se impone con amplitud (56% la desaprueba y solo 20% la aprueba), incluso entre los partidarios de Trump.
“Creo que el afecto que tiene Trump por Milei y su proyecto político es profundo y genuino. No creo que esté muy inclinado a castigarlo si no hiciera una buena elección”, dijo a LA NACION un veterano diplomático conocedor de los vínculos entre Washington y Buenos Aires.

“Sin embargo, el peligro es más por las decisiones posteriores a los comicios. Si Milei no lograra reagruparse política y económicamente ahí sí podría ser visto como un perdedor. Y por más que tenga sintonía con Trump, si el Presidente fuera incapaz de manejar la situación y reaccionar para tomar las decisiones necesarias la postura de Estados Unidos podría cambiar”, aventuró. Ni más ni menos que la mayor gobernabilidad que tanto la Casa Blanca como el FMI le piden a Milei.
Respecto a la posibilidad de que haya cambios en la ayuda del Tesoro a la Argentina dependiendo de los resultados electorales del domingo, Setser cree que es factible.
“Trump indicó que el apoyo es para Milei y su agenda, no para un conjunto de políticas en la Argentina independientemente de quién las implemente”, dijo. “Creo que es un error que Estados Unidos respalde a un candidato político en particular en lugar de apoyar un conjunto de reformas que garanticen la gestión responsable de los fondos públicos estadounidenses, pero ese no ha sido el enfoque de la administración Trump“, añadió.
El Tesoro norteamericano -que ha intervenido en el mercado cambiario local con unos US$2000 millones, según estimaciones del viernes- deberá evaluar si la defensa actual de la banda cambiaria seguirá siendo sostenible después de las elecciones, sostuvo Setser. El dólar oficial acumuló una suba de $40 en la semana (+2,7%) y llegó a las elecciones a $1515, apenas por debajo del techo de la banda de flotación.
“Sería razonable que Estados Unidos concluyera que el tipo de cambio necesita ajustarse. Mi opinión es que el peso debe depreciarse independientemente de quién gane las elecciones, o si el resultado final fuera ambiguo. La Argentina tiene demasiada deuda externa y muy pocas reservas de divisas como para tener un déficit por cuenta corriente, por lo que un tipo de cambio más débil está justificado y, de hecho, es necesario”, completó Setser.






