Abril fue la fecha del anuncio de aranceles por parte de Donald Trump que dejó perplejo al mundo e hizo tambalearse la idea de globalización imperante en las últimas décadas, pero agosto fue la de su aplicación. Y las consecuencias para el comercio fueron notables. Las exportaciones españolas de mercancías a Estados Unidos cayeron aquel mes un 30,5%, un desplome muy superior al que venían sufriendo, y una tasa mayor a la del conjunto de la UE con EE UU, del 22%. Como consecuencia de ese shock, el peso de EE UU en el total de los envíos al exterior por parte de compañías españolas cayó con fuerza, del 4,5% que representaba en julio, al 4% de agosto; y su valor ya está por debajo de los 1.000 millones de euros. Para ponerlo en contexto, esa cifra es similar a la de las exportaciones españolas a Bélgica y Austria juntas, un mercado mucho más pequeño tanto en tamaño económico como en población.