Arturo García Mercado, residente en el sur de la capital de 45 años, ha sobrevivido a un cáncer de recto, diagnosticado en 2022, tras un año de pruebas y demoras. “Estaba muy avanzado, ya no se podía operar. Tuve que esperar tres meses para empezar el tratamiento”, explica este vecino del barrio de Villaverde Alto. Se sometió a quimio y radioterapia. Esta última dañó el revestimiento del órgano afectado, pero tardó un año en poder realizar las pruebas que diagnosticaron la dimensión de la lesión. En enero, su oncólogo encontró un bulto en el mismo sitio donde le habían diagnosticado el tumor: “Cuando fui a solicitar cita para el TAC, me la dieron para dentro de nueve meses. No podía esperar tanto, podía tener un cáncer comiéndome por dentro. Se me vino el mundo encima, fue como si me dijesen ‘ve preparando la lápida”. La suya es una de las historias que esconde el dato de que las listas de espera de Madrid hayan aumentado un 63,7% entre agosto de 2019, cuando Isabel Díaz Ayuso (PP) accedió al poder, y agosto de 2025, último dato publicado por la propia administración regional.