En Santiago se dice que el primer souvenir de la historia fue la venera, la concha de vieira con la que los peregrinos medievales regresaban a casa como prueba de que habían alcanzado su meta. Entonces, salvo que ellos mismos falseasen su relato, las vieiras procedían siempre de las rías gallegas. En el siglo XXI, sin embargo, muchas de las conchas que se venden a lo largo de los Caminos y en Compostela vienen de Irlanda. Las mismas empresas que exportan la carne del bivalvo congelada aprovechan el filón de la creciente fiebre jacobea y ya no desperdician nada. La concha y el Botafumeiro metálico en miniatura (por lo general, fabricado en Menorca) siguen siendo los eternos símbolos de los caminos de Santiago, pero el universo de los souvenirs se expande, se transforma y se globaliza desde hace un par de décadas. La ciudad prohíbe ahora la apertura de más tiendas de recuerdos en un casco histórico con 92 de estos locales.