Un destino inmisericorde quiso que los hijos de Hussein Owda se adelantaran corriendo para entrar en su casa de Yabalia, en el norte de Gaza, el pasado 17 de mayo. Cuando apenas habían atravesado su umbral, un bombardeo israelí destruyó el edificio. El hombre se precipitó a la vivienda. Se oían gritos. A la madre, malherida, la sacaron viva con su hijo Mohamed, de cuatro años, muerto en sus brazos. Ninguno de los tres niños sobrevivió.