Un día, después de casi 30 años en pareja, la esposa de Jaume Colom le preguntó qué le pasaba. “Suena tópico, pero solía ser yo quien buscaba las relaciones sexuales, y es verdad que últimamente no lo hacía”, cuenta él. Tenía 53 años. Acudió a una clínica especializada, le hicieron pruebas, comprobaron que los niveles de testosterona estaban bajos, le prescribieron una terapia de reemplazo y, en cosa de una semana, todo cambió: “Mejoró la libido, tenía más energía, incluso las resacas son más leves y, con el tiempo, bajé la barriguilla de cincuentón”.