María A. R., valenciana de 68 años, entró en el sistema de cribado para la prevencion del cáncer de mama de la sanidad pública con 40 años. Nunca lo ha pasado tan mal por la espera de los resultados como en el último año, cuando la incertidumbre se apoderó de ella durante ocho meses, desde que se hizo la mamografía, con un año de retraso en la citación del procedimiento habitual, hasta que se descartó finalmente la enfermedad. “Estar pensando si está bien o mal es horroroso”, dice la mujer que pensó en contar su testimonio cuando conoció el escándalo de los cribados en Andalucía.