Las calles del barrio madrileño de Ibiza están empapeladas esta semana con carteles naranjas y blancos en los que se lee: “Maricarmen se queda. 70 años en el barrio”. Por ahora, ahí sigue, aunque puede que le quede poco. Porque, en efecto, en el número 46 de la calle Sainz de Baranda ha vivido toda su vida María del Carmen Abascal, de 87 años. Su edificio es una buena muestra de los nuevos tiempos que corren: el ascensor conserva por dentro la madera original, pero su exterior es ya de frío metal. En la sexta planta, en un piso de 60 metros, Maricarmen, como la llaman desde siempre los vecinos, nació, vio morir a sus padres y a su hermano y ahora espera poder hacerlo ella también cuando le llegue el momento. Pero es posible que no pueda: un fondo de inversión aspira a romper su contrato de renta antigua para quedarse con el inmueble.