Ne Zha 2: el renacer del alma (Ne Zha: Mo Tong Nao Hai, China/2025). Dirección y guión: Jiaozi (Yu Yang). Música: Roc Chen, Wan Pin Chu y Rui Yang. Distribuidora: Magnífico Films. Duración: 144 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: buena.
Cuando se escriba, la historia dejará registrado el estreno de Ne Zha 2 en los cines argentinos como el hecho más llamativo del año. Nada más y nada menos que la llegada a la cartelera local, en un lanzamiento a todas luces inadvertido para el gran público, de una de las cinco películas más taquilleras de todos los tiempos.
Este largometraje 100 por ciento chino lleva vendidos unos 2150 millones de dólares en tickets desde su estreno, a fines de enero pasado. Lo más notable de todo es que obtuvo el 98,9% de esa monumental cifra (solo superada por las dos películas de Avatar, Avengers: Endgame y Titanic) de las entradas que pagaron los espectadores chinos.
El uno por ciento restante de los ingresos proviene del resto del mundo, especialmente lo que sumó en los Estados Unidos. Allí se exhibió en copias cuidadosamente dobladas al inglés, tarea que contó con el aporte de figuras de origen asiático con fama mundial bien ganada, entre ellas Michelle Yeoh.
No sabemos si el doblaje de las copias habladas en castellano del estreno local incluye alguna voz conocida, pero a la vez parece muy plausible la idea de que la versión original en chino (disponible en unos cuantos complejos) encontrarán rápidamente su público, sobre todo en este tiempo ciertamente exitoso para la difusión en los cines de producciones animadas ajenas a Hollywood, empezando por el animé japonés. Sin ir más lejos, Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba-Castillo infinito ya superó el medio millón de tickets vendidos en nuestro medio.
Ne Zha 2 es una producción monumental, detrás de la cual hay 140 empresas chinas y el trabajo creativo de unos 4000 animadores, para quienes (como ocurre con sus colegas de la élite del género instalados en Hollywood) a esta altura nada resulta imposible. Pero igualmente no deja de asombrarnos el portentoso realismo al que son capaces de llegar en cada representación, tanto en la concepción general de un cuadro lleno de ornamentos como en el detalle más preciso y exquisito.
Basta un ejemplo: una especie de choque celestial entre dos multitudinarios ejércitos que se desplazan para el combate como si fueran olas coloridas en medio de un gigantesco movimiento danzante. Y hay mucho más: inmensos castillos de un jade translúcido, criaturas fantásticas (dragones, pulpos) que cambian todo el tiempo de forma, mundos míticos y legendarios originados en una famosa leyenda china de resonancias épicas originada en el siglo XVI. Todo esto adquiere sentido solamente si se ve en pantalla grande (bien grande).
Detrás de ese muestrario infinito que va sumando sin parar nuevas dimensiones (algunas deslumbrantes), capas y objetos hasta llegar al agotamiento en términos de acumulación, el relato expone con precisa conciencia varios temas muy clásicos de significación universal. Tienen que ver con el aprendizaje del héroe, el sacrificio familiar, la necesidad de reconocer una ética propia para distanciarse del poder que es capaz de corromper.
Ese héroe (que en varios tramos del viaje tendrá más de una identidad) aparece representado en la figura central, un pequeño rebelde de modales bastante toscos y dueño de un llamativo humor escatológico. Estos detalles y la duración excesiva (casi dos horas y media) condicionan la llegada del relato al público infantil.
De todas maneras, el interés por este relato va más allá de cualquier connotación generacional. Abreva de múltiples fuentes (del animé al wuxia, el modelo más clásico de aventuras con artes marciales) y parece dispuesto a integrar en su concepción visual todo lo que se hizo hasta ahora en el cine animado. Ne Zha 2 (que puede entenderse sin necesidad de ver el capítulo inicial) expresa en caracteres chinos la evolución universal y completa del género.