Antes de convertirse en profesora de Lengua castellana y literatura en Cantabria, Ticiana Domínguez, de 37 años, trabajó en un supermercado, atendió a peregrinos del Camino de Santiago, estuvo empleada en una residencia de mayores y en una asociación de personas con discapacidad intelectual. Su caso no es raro. España es uno de los países desarrollados donde más profesores de la ESO y Bachillerato llegan a serlo después de haber pasado bastante tiempo (al menos seis años) trabajando en actividades sin relación con la enseñanza, según reveló hace unos días el estudio TALIS, elaborado por la OCDE. La proporción alcanza en España a 4 de cada 10, un 33% más que el promedio de dicha organización, formada mayoritariamente por países ricos. A primera vista, el dato puede parecer negativo. Pero ni los docentes llegados al oficio desde otros campos laborales, como Domínguez, ni otros expertos en educación lo ven así. Más bien al contrario.