El economista, consultor y candidato a diputado por la Unión Liberal en la provincia de Buenos Aires siempre pregonó el ajuste del Estado, pero critica la motosierra de Milei porque considera insostenible la licuación de salarios y jubilaciones o el deterioro de las rutas. Considera que después de las elecciones el dólar subirá, aunque la medida del alza dependerá de quién las gane.
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El economista y consultor Roberto Cachanosky lleva décadas pregonando contra el gasto público y a favor del libre mercado, antes como columnista del diario La Nación, desde hace ocho años en el portal Infobae. Pero por primera vez en sus 70 años de vida será candidato en unas elecciones, pero en oposición al presidente Javier Milei. Buscará una banca en la Cámara de Diputados en representación de la provincia de Buenos Aires por la llamada Unión Liberal. Su lema es “liberalismo en serio o populismo de Milei y Cristina”, en repudio también a Fernández de Kirchner.
—Usted siempre ha sostenido que Argentina necesitaba un ajuste fiscal y Milei se jacta de haber hecho el ajuste más grande de la historia humana, ¿por qué usted lo critica?
—El ajuste de gasto no fue sostenible. Fue una licuación, similar a la de (Eduardo) Duhalde en 2002 con (Jorge) Remes Lenicov: inflacionaria, ajustando salarios y jubilaciones por debajo de la inflación. No fue que bajó el gasto público rubro por rubro, sino una licuación general. Eso no es sostenible socialmente en el mediano y largo plazo. Además, la falta de mantenimiento en rutas es visible: las nacionales están destrozadas. Se están comiendo el stock de capital, igual que hizo el kirchnerismo con el sistema energético. No te digo abrir rutas nuevas, pero sí mantener las que funcionan. Se financiaron con deterioro del stock de capital. Eso también es insostenible. El caso Garrahan es ejemplo: no pudieron sostener lo básico y debieron dar aumentos, pero no son suficientes.
—¿Cómo usted hubiera encarado el ajuste?
—Hubiese detenido la obra pública nueva, pero mantenido el gasto en mantenimiento de rutas existentes. Hubiese liberado el tipo de cambio, sin licuación. Lo fundamental sería la curva de Laffer: bajar impuestos para incentivar la economía. Sí, tomaría deuda transitoriamente; prefiero que la economía crezca y el gasto sobre el PBI baje. La carga tributaria argentina es de las más altas del mundo, según (el informe) Doing Business del Banco Mundial. Al bajar la carga tributaria, generás atractivo para inversiones, especialmente el campo. A mayor actividad, mayor recaudación por impuesto a las ganancias y otros ligados al crecimiento. El déficit fiscal inicial de la baja se compensa con deuda, como al reestructurar una empresa.
—¿Sobre qué impuestos haría esa baja y cómo lo compensa fiscalmente?
—No me preocupa el equilibrio fiscal tanto como el nivel de gasto público y el crecimiento. Podría haber déficit transitorio por baja de impuestos, pero si lo bajás de verdad, el incentivo de evadir desaparece, termina habiendo más recaudación. La curva de Laffer lo demuestra: bajá impuestos de manera significativa y vas a incrementar ingresos. Hubiese bajado derechos de exportación; el campo motoriza la economía y mejora la recaudación por Ganancias y actividad. Si el déficit por baja de impuestos existiese, lo financiaba con deuda. En una empresa, eso es sanear y estructurar para luego mejorar el flujo de ingresos, y a largo plazo podés pagar la deuda.
—¿No ve riesgo en tomar deuda para bajar impuestos?
—No le tendría miedo a tomar deuda para bajar impuestos. Es distinto que tomar deuda para mantener artificialmente bajo el tipo de cambio. La lógica del actual gobierno fue sostener el dólar bajo con endeudamiento. Además, subieron la tasa de interés, lo que te eleva el gasto público: más intereses por el mismo stock de deuda. El presupuesto estatal argentino son miles de páginas con rubros a revisar: pensiones por invalidez laboral, por ejemplo, donde hay curros desde hace años. Bastaría cruzar datos de beneficiarios con Anses (Administración Nacional de la Seguridad Social) y AFIP (Adminitración Federal de Ingresos Públicos, renombrada como Agencia de Recaudación y Control Aduanero, ARCA) para encontrar miles de casos irregulares.
—¿Por qué el Estado no fue capaz de auditar las pensiones por invalidez laboral?
—En 2017, el gobierno de Macri detectó 150.000 casos irregulares en invalidez laboral. La ley pide dos condiciones: incapacidad de al menos 66% del cuerpo para trabajar, y no poseer patrimonio ni ingresos. Si alguien vive en una mansión, no recibe subsidio. Pero no se audita. Si cruzás bases, salta fácil. En esa época dos amigos de la UCA (Universidad Católica Argentina) administraban ese cruce. Una noche me contaron que iban a poner en la calle 150.000 casos de subsidios que no correspondían, sólo cruzando datos. Sobre ese rubro se podría haber bajado mucho el gasto.
—Usted dice que Argentia es de los países con más impuestos del mundo, pero es de los que tienen más sobre el PBI en América Latina, no frente a la mayoría de los países desarrollados…
—Los países desarrollados tienen mayor presión sobre las personas físicas y menos sobre las empresas. El impuesto a las ganancias promedio en la Unión Europea es 22%. Irlanda tiene 12,5%. Argentina, 35% para las empresas. Los países avanzados cobran más a la persona física y menos a las empresas para atraer inversiones. La persona paga impuestos, pero recibe servicios educativos y de salud de calidad. Acá, la presión impositiva es infinita y el gasto no se traduce en calidad.
—¿Cómo ve la situación económica hasta las elecciones y después?
—Veo el mercado de cambios muy complicado. El Tesoro se está quedando sin dólares para intervenir y evitar la suba. El Banco Central no va a vender dólares del Fondo Monetario, así que el dólar bajo es transitorio. Luego saltará, quedando sin reservas y con deuda del FMI: el peor panorama. También veo más agotamiento social tras las elecciones, por el esfuerzo económico sin retorno. El escenario dependerá de los resultados electorales: si La Libertad Avanza tiene victoria rotunda, tendrá margen para alianzas y reformas laboral, impositiva, previsional. Si hay empate, todo sigue como ahora, con languidecimiento y último año de gestión débil. Si pierde por mucho, será difícil sostener el Gobierno.
—¿Cuál de esos escenarios es más probable?
—No puedo confiar en las encuestas, pero analizando resultados en provincia de Buenos Aires, veo un serio problema en los grandes distritos: ciudad y provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba. Es probable que pierda Buenos Aires y Santa Fe; Córdoba y la capital podrían compensar, pero depende de los márgenes.
—¿Puede repetirse una crisis como la de 2001, con un gobierno demasiado débil para llegar a 2027?
—Institucionalmente sería diferente. En 2001 el déficit fiscal no era tan grave, la economía incluso empezó a recuperarse en el final del gobierno de (Carlos) Menem, después cometieron errores. La actual crisis es distinta, muy marcada por la desocupación, paralización económica y agotamiento social. Políticamente, el peronismo empujó la caída de (Fernando) De la Rúa. Ahora, Milei parece colaborar para que lo empujen por su estilo y decisiones.
—¿El dólar debería cotizar en qué nivel según su análisis?
—No puedo dar un número, porque rechazo fijar el tipo de cambio. Lo que sí afirmo es que el valor actual es artificialmente bajo por la intervención estatal. Cuando deje de intervenir, el dólar irá para arriba. El nivel exacto dependerá del contexto político y de quién gane o pierda la elección. Si el kirchnerismo logra una buena elección, el salto será mayor; si La Libertad Avanza consigue equilibrio o gana con diferencia, será diferente. Todo depende de los resultados.
AR/MG
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