Se conocieron en un supermercado. Ella era la hija del jefe, un empresario pakistaní que la había enviado a supervisar uno de los establecimientos que regenta en Barcelona. Él era un empleado más, un chico indio que hacía poco tiempo había aterrizado en España. Sara y Arush se gustaron enseguida. “Había mucha simpatía, nos encantaba pasar tiempo juntos”, explica ella. Pero su amor estaba condenado, sobre el papel, al fracaso. Lo tenían todo en contra: la religión, la clase social, la geopolítica… Y sobre todo al padre de ella, que nunca iba a aceptar la relación (no la ha asumido aún hoy) y pretendía casar a Sara, en Pakistán, con el hijo de un amigo.
Un día internacional contra el matrimonio forzado
La asociación Valentes i Acompanyades apoya a las víctimas de matrimonio forzado, pero también promueve la “sensibilización” contra un fenómeno que persiste y se resiste a desaparecer, también en las sociedades occidentales. La entidad está impulsando una campaña para que se declare un día internacional contra los matrimonios forzados. “Se trata de que el tema vuelva a situarse en la agenda internacional y renueve la voluntad de la ONU de combatirlo”, explica Pia Bosch, secretaria de la junta y persona que está impulsando la iniciativa. Este tipo de conmemoraciones tienen más probabilidades de prosperar si un Estado, en este caso España, presenta la propuesta ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
En ese flanco está trabajando precisamente Bosch, que ha mantenido ya contactos con representantes del Ministerio de Igualdad. La propuesta, afirma, ha sido bien recibida. “El ministerio nos ha confirmado su interés, son conscientes de la afectación que tiene este asunto en mujeres que viven en nuestro país”, explica Bosch. Tanto los estudios como la observación de las responsables de Valentes —una entidad única en España por sus funciones— demuestran que la realidad de los matrimonios forzados sigue arraigada. Un informe de Naciones Unidas alerta de que, al ritmo actual, llevaría 300 años acabar con esa práctica. “Se produce una mejora, pero muy lentamente”, agrega Bosch. El asesinato, en 2022, de las hermanas Arooj y Aneesa, dos jóvenes pakistaníes residentes en Terrassa, puso el problema en el foco en España, pero los matrimonios forzados persisten y amenazan las vidas y las esperanzas de cientos de jóvenes.
Carme Vinyoles, directora de la entidad, explica que también se ha puesto en marcha una campaña para conseguir que municipios de Cataluña se declaren “libres de matrimonios forzados” y se comprometan a destinar recursos para erradicarlos. “Es una manifestación más de violencia machista”, explica Vinyoles. Diversos ayuntamientos catalanes, muchos de ellos de la provincia de Girona, ya se han sumado a la iniciativa. Las mociones incluyen el apoyo a la propuesta de Valentes para lograr que la ONU declare un día internacional para eliminar los matrimonios forzados y los mal llamados “crímenes de honor”.