Cuando gente adulta comete crímenes, nadie hace inferencias generacionales. Tampoco se relaciona el consumo del noticiero de la noche con la participación en protestas o puebladas. Sin embargo, cuando los involucrados en sucesos de impacto son jóvenes enseguida aparecen los ensayos del género “La juventud está perdida” que vinculan sus prácticas digitales con los móviles del crimen.
Periodistas que se cuidan de mencionar a los ancianos como adultos mayores cargan sin culpa a cualquier usuario de redes sociales o videojuegos del estigma de posible sociópata. La nueva consigna de “edadismo” que proclama defender la discriminación por edad no suele incluir a los más chicos. Quizás porque la mitad del mundo que tiene menos de 31 años no merezca el trato respetuoso de las minorías.
No se necesitan grandes conspiraciones para insuflar ánimos. Y hace falta algo más que la exposición virtual para convertir a alguien en asesino
Paradójicamente, aunque las recientes protestas en Nepal reaccionaban contra la prohibición de acceso a redes sociales, muchos análisis sospecharon del uso de alguna plataforma para organizarse. Conclusión que se reforzaba con la observación de que las revueltas eran “juveniles”, aunque hubiera sido raro encontrar en las calles otras generaciones: la mitad de población nepalí tiene menos de 25 años.
También se apuró la sospecha que los foros de Reddit, Discord y los videojuegos pudieran tener en la motivación de Tyler Robinson para asesinar al activista Charlie Kirk. No importa que el sospechoso sea mayor de edad para llamarlo joven igual que al padre de familia de 31 años asesinado. Ni que los fanatismos de izquierda y derecha dividieran a los involucrados.
Como supuesto jovencito puede ser sospechado de gamer, y de ahí, especular sobre la relación de los videojuegos y el uso del arma de fuego de un abuelo exento de causalidades digitales. No importa que los datos indiquen que el crecimiento exponencial de tres mil millones de usuarios de videojuegos es inversamente proporcional a la caída de la violencia juvenil en EE.UU., en los niveles más bajos en 40 años.
Investigadores de los videojuegos como Christopher J. Ferguson confirman que no se ha demostrado los efectos nocivos que se les atribuyen en las tertulias. Y advierten que conclusiones apresuradas suelen subestimar variables determinantes como la violencia familiar, los problemas de salud mental o el género.
Las protestas de Nepal declaraban como motivos la corrupción gubernamental y prohibiciones arbitrarias. Según la última medición de Transparency, el 84% de la población pensaba que la corrupción era un gran problema. Sin embargo, la sospecha recayó en la plataforma que permitió a los jóvenes agruparse. Si las redes sociales permiten a chicos pobres tomar conciencia de las diferencias que los separan de los privilegiados hijos del poder, ¿a quién se protege cuando se les quitan?
La libertad de asociación y de expresión son condiciones de democracia. El menoscabo de estos derechos hace a Nepal un país de democracia fallida. Y explica la caída en la nota de democracia de los Estados Unidos desde 2020, según la medición V-Dem. Según el índex que compila The Economist, salió del grupo de las democracias plenas en 2016, con nota bajísima en cultura política.
Más de la mitad de los 5 mil millones de personas en todo el mundo con acceso a internet tiene restringido el acceso a las plataformas de redes sociales, según Freedom of the Net. Y todavía hay gente que desde el pleno derecho a expresarse cree que aumentar el control es un camino.
El principal uso de la tecnología, en todas las edades, es estar en contacto con familiares y conocidos. Los dos mil jóvenes nepalíes que emigran diariamente son fuente suficiente de información fidedigna para que quienes se quedan comprendan a qué derechos no acceden. No se necesitan grandes conspiraciones para insuflar ánimos. Y hace falta algo más que la exposición virtual para convertir a alguien en asesino.