Steve Bannon: un paso al más allá

elDiarioAREl Diario Ar11/10/20254 Views

Con este, iniciamos esta sección semanal con perfiles de los más destacados exponentes de la derecha ultra. Una galería de premodernos que se mueve en las distintas cortes cuyos líderes dan órdenes entre gritos e insultos con el fin de convertir el contrato social en cenizas.

Elon Musk, Steve Bannon y Peter Thiel también aparecen en los archivos de Epstein

El gran manipulador. Así tituló Time la portada de un monográfico dedicado a Steve Bannon en 2017, cuando ingresó a la Casa Blanca como consejero de Donald Trump. La fotografía que acompaña la imagen no desmiente la definición. La cabeza del personaje encaja con incomodidad entre los márgenes de la página y con sus dos manos se tapa la boca improvisando un bozal: consciente de que es un retrato deja solo el grito de los ojos. En el álbum interior de la revista, otra imagen muestra un Bannon joven y atractivo; luce el pelo suelto, rubio, con la vista clavada en un horizonte, recuerda a uno de Los vigilantes de la playa, pero su mirada no parece ocupada en alertar de la presencia de tiburones, sino a la espera del momento oportuno para unirse a ellos.

Si nuestra lectura del mundo fuera la de algunos años atrás, Bannon o Elon Musk serían solo villanos del armario de Marvel en el que guardamos al Doctor Muerte o a Thanos cuando acaba la película. Cuando Trump invita a inyectarse detergente contra la covid o Bannon hace el saludo nazi, el estupor no nos evita razonar que forman parte de una recuperación anacrónica de la máxima de Marcuse: piden lo imposible. Lo posible se agotó.

Bannon revista Time

Este verano, durante una larga entrevista con el Financial Times, Bannon dejó clara esta deriva: “Voy a decir a los lectores del FT algo que no quieren oír: habrá un tercer mandato de Donald Trump”. ¿Tiene cabida su deseo dentro de un marco constitucional? “Soy como Lenin, estoy ansioso por derribarlo todo y destruir todo el establishment actual”, amenaza. El que avisa no es traidor. 

El tsunami emocional de Bannon, incontenible (“¡Lucha, lucha, lucha!”, grita en una tribuna, en su podcast o en cualquier entrevista), nace, según sugiere él mismo, de una frustración. “Vengo de una familia de clase trabajadora, irlandesa, católica, seguidora de Kennedy, sindicalista y demócrata”, confiesa a Bloomberg Businessweek. Su padre, siendo ya un anciano, fue víctima de la crisis financiera que le arrebató los ahorros, mientras Bannon veía enriquecerse a sus antiguos compañeros de Wall Street. La crisis del 2008 y el 11S marcan su activismo. Queda claro que en lugar de matar al padre en clave freudiana, decide acabar con todos los demás por la vía populista.

“Me hice admirador de Reagan, pero George W. Bush me llevó a rechazar el establishment. Fue un auténtico idiota financiando a la élite en uno de los mayores escándalos financieros y nadie respondió ante la justicia. Esa fue la mecha que estalló el 8 de noviembre”, dice a Bloomberg refiriéndose al primer triunfo de Trump en 2016. No deja tampoco de reprocharle a Bush que ninguna de sus hijas se hubiera alistado en el ejército durante la invasión de Irak. Maureen, la hija mayor de Bannon, graduada en West Point, estuvo en aquella guerra.

La casa de Bannon en Washington parece un museo decorado con cortinas de seda bordadas, muebles y cuadros del siglo XIX siguiendo la línea del estilo victoriano de los tiempos de Lincoln. Solo un retrato sobre la repisa de la chimenea quiebra esa atmósfera. Es el de una joven sentada en un trono con una sonrisa suave en el rostro y una ametralladora descansando en su regazo. Es Mauren en Irak. El trono perteneció a Sadam Husein. 

Bannon empuñó armas durante siete años en la marina con el grado de teniente y las abandonó para meterse en las aguas turbulentas de Goldman Sachs. Como el riesgo es su bandera y su lógica ante el abismo es dar siempre un paso al frente, al ver el temor en Wall Street por los valores intangibles vislumbró un nicho y fundó Bannon & Co, un banco de inversión boutique especializado en medios de comunicación. En una operación con Ted Turner encontró agua en la piscina al adquirir una participación mínima en la serie Seinfeld, entonces un activo flojo que hoy es una máquina de darle millones. 

Cuando se cansa de financiar películas necesita dar otro salto mortal: hacerlas. En 2004 rueda el documental In the Face of Evil [Frente al mal] en homenaje a Reagan e inspirado por el 11S, en cuyo estreno conoce a Andrew Breitbart, propietario de Breitbart News y, una vez más, pega un giro en el guion y comienza su cruzada política en los medios. Algo, sin embargo, ya traía madurando entonces con respecto a las narrativas que pondría en acción. Al descubrir World of Warcraft, un videojuego clásico de lucha, conquista y expansión permanente, a Bannon le impacta el universo online de testosterona políticamente sin explotar, en gran parte lleno de rabia. En Breitbart News la difunde, en Cambridge Analytica la materializa. 

Cambridge Analytica es, sin duda, un gran paso al más allá. Bannon fue nada menos que vicepresidente de la compañía que trabaja activamente en el Brexit y en la campaña electoral de Trump con el fin supremo de ensanchar su base populista. La minería de datos en Facebook sirvió para tal propósito, alimentando de fake news a millones de usuarios. Bannon no solo consiguió muchos votos para Trump: en el año de la elección, según declaró, percibió 125.000 dólares y su participación en la sociedad estaba valorada entre uno y cinco millones. Se puede decir que aquí cayó bien parado aunque no siempre ha sido así.

Bannon comparece ante los medios antes de su entrada en prisión en 2024

“La cárcel tuvo una gran influencia en mí”, afirma. Estuvo entre rejas cuatro meses al ser condenado por desacato por no presentarse ante el comité del Congreso que investigó el asalto al Capitolio. 

Bannon entró a la cárcel con un ejemplar del Financial Times debajo del brazo y el tiempo que estuvo entre rejas lo dedicó a impartir clases de educación cívica. La enseñanza se centraba en la Constitución de los Estados Unidos. Su pedagogía lleva el sello MAGA y pone énfasis en los poderes del presidente de Estados Unidos recogidos en el artículo II, que Bannon interpreta al máximo como una licencia autocrática para Trump. No hay que ser muy perspicaz para advertir que su instrucción lleva a los reclusos a pensar en una libertad futura que no es otra que una nueva cárcel. 

Si bien la prisión fue una parada incómoda en 2024, el desencuentro con Trump en la primera legislatura no fue menor.

El estilo disruptor de Bannon con el que expresa su combativa ideología libertaria y nacionalista chocó con el entorno presidencial, incluyendo al yerno de Trump, Jared Kushner, y al jefe de gabinete, John Kelly, cuya sinergia con el fin de destituirle consiguió su propósito.

Meses después, en 2018, cuando se publica el libro Fuego y furia del periodista Michael Wolff, es Trump el que estalla: “Steve Bannon no tiene nada que ver conmigo o con mi presidencia. Cuando fue despedido, no solo perdió su trabajo, también la cabeza”. En el libro, Bannon ataca sin contención a los hijos de Trump y a varios miembros de su entorno, sin olvidar un claro menosprecio al propio presidente.

Bannon y la actual primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en un evento de Fratelli d'Italia en 2018

Fuera de la Casa Blanca, pero sin apartarse de su férreo plan, Bannon cruzó el océano para crear The Movement en Bruselas, un lobby ultra que involucró a dirigentes de Vox, Viktor Orbán, Matteo Salvini y Alice Weidel de la AfD alemana, entre otros, para tender una red ultra en Europa. Al finalizar su primera presidencia, Trump le indulta del cargo por fraude en la recolección de fondos para la construcción del muro con México y abre la puerta a una reconciliación y de un nuevo capítulo, juntos, en la lucha (“¡Luchar, luchar, luchar”) hacia una tercera legislatura y poner en la historia a Trump junto a Washington y Lincoln: “Mi candidato para 2028 es Trump”, afirmó en Político, “Lo digo [en antena] cuatro horas al día y luego otras diez horas entre bastidores”. 

Del mismo modo que Santiago Caputo es el principal asesor de Javier Milei sin tener cargo oficial alguno pero sí despacho en la Casa Rosada y una plataforma llamada Carajo desde donde emiten en streaming las llamadas Fuerzas del Cielo que ayudan al presidente a “despertar leones”, Steve Bannon, también sin puesto oficial, es un consultor permanente de Donald Trump en la Casa Blanca y, desde 2019, emite en War Room, una plataforma que reemplaza a Breitbart News, desde donde se dirige al Ejército de los Despiertos [Army of the Awakened]: “Este es un cuartel general militar para una revuelta populista”, dice Bannon cuando define War Room: “Nosotros motivamos a la gente. Este programa es un programa activista. Si lo sigues, eres un soldado raso. Lo llamamos el Ejército de los Despiertos”.

Así como Peter Thiel oficia de intelectual orgánico de Donald Trump, Steve Bannon es su brazo armado. Dos afluentes que desembocan en el Aqueronte.

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