No es oro todo lo que reluce. Justo, quizá, lo contrario. La música k-pop ha logrado algo que parecía un sueño inalcanzable hace apenas diez años: transformar a Seúl en
No es oro todo lo que reluce. Justo, quizá, lo contrario. La música k-pop ha logrado algo que parecía un sueño inalcanzable hace apenas diez años: transformar a Seúl en