Taylor Swift juega con su corona en ‘The Life of a Showgirl’ y hace de su reino la máxima autoridad del entretenimiento

elDiarioAREl Diario Ar03/10/20254 Views

La artista estadounidense publicó su duodécimo álbum, con el que sigue enriqueciendo su universo narrativo y agrandando una leyenda que no tiene final.

Taylor Swift rinde homenaje al cabaret en ‘The Life of a Showgirl’: “Este disco surge de la etapa más alocada de mi vida”

Taylor Swift lo fue todo a lo largo de sus dos décadas de trayectoria: fue la joven que canta al amor y al desamor pasando del country al pop, la villana que se enfrenta a la cultura de la cancelación para superarla como heroína, la voz que aboga por los derechos de los artistas reclamando el control de su obra, la cantautora que resiste a la pandemia homenajeando la música folk y la poeta torturada que hace de la escritura su mayor fortaleza. Swift fue tantas cosas a través de tantas eras que, con once discos a sus espaldas, era una sorpresa que la última figura monocultural de nuestros tiempos y la cantante más taquillera de este siglo jamás se hubiera presentado a sí misma como la chica del espectáculo, la chica que vive por y para el entretenimiento.

El duodécimo álbum de la artista, sin embargo, cambia esta narrativa para siempre. Compuesto por doce canciones que ahondan en la vida de la mujer más famosa del planeta, The Life of a Showgirl se torna su trabajo más divertido y autoconsciente hasta la fecha. “¿No están entretenidos?”, bromeaba Swift en 2023 cuando la revista Time la consideró la persona del año. En aquel entonces, la estadounidense acababa de sembrar una hegemonía nunca antes vista en la cultura pop. Una hegemonía que los medios de comunicación apodaron como Taylormanía y que sigue palpándose a día de hoy con cada movimiento de la artista. “Así es el mundo del espectáculo”, proclama ella en este trabajo. Si la cantante se posiciona políticamente, el voto electoral se dispara; si la cantante anuncia su compromiso de matrimonio, Instagram se paraliza; y, si la cantante presenta su nuevo disco, la cultura se arrodilla.

“Muchas veces no me parece tan glamouroso ser yo misma”, canta Swift en uno de los temas del álbum. Pero lo cierto es que asomarse a su mundo desde el exterior es mucho más que glamouroso. Desde que anunciara The Life of a Showgirl, las marcas cambiaron sus logos al color naranja de la era —una estética que escaló hasta la promoción del iPhone 17—, cada versión de vinilo se agotó en minutos y las salas de cine reorganizaron toda su cartelera para recibir, sin pensárselo, un estreno sorpresa que permitirá a los fans escuchar juntos el disco y ver uno de los videoclips. Ganarse esta lealtad por parte de los oyentes, dispuestos a comprar múltiples copias del álbum sin haber escuchado un solo acorde hasta el día del lanzamiento, requiere una rigurosa calidad que no tiene comparación en la industria musical.

Taylor Swift es una cabaretera en su nuevo álbum

Precisamente por eso, resulta fascinante que la vida de Swift se haya vuelto tan anormal y única que la cantante se vea obligada a identificarse con personajes históricos o ficticios porque, como humana, no puede identificarse con ninguna celebridad o persona moderna. Lo hace en la hipnótica pista de apertura, The Fate of Ophelia, en la que narra un épico romance en el que su amante la salva de la misma tragedia que vive el personaje de Ofelia en Hamlet de Shakespeare. “Todo ese tiempo que pasé sola sentada en mi torre, vos solo estabas perfeccionando tus poderes”, canta en un tema que cuenta con todos los clásicos de la composición swiftiana. Es denso, coloquial, pero aun así dramático y atemporal. Con un estribillo vertiginoso al estilo de Blank Space, la artista sigue la línea de su hit country Love Story y utiliza vívidas imágenes para alternar un lenguaje coloquial con uno más prosaico y melancólico.

Además de recurrir a la tragedia shakesperiana, Swift reza a las leyendas de Hollywood cuando los fantasmas de la fama tocan a la puerta. Este miedo, no obstante, asombra vislumbrarlo desde la perspectiva de su estatus, que no dejó de hacerse más grande con cada obra. La compositora ya confesaba su terror a que la industria la dejara de lado en la interesantísima Holy Ground (2012), un sentimiento que se supo que estaba más presente en su cabeza de lo que parecía gracias al proyecto Taylor’s Version, que sacó del baúl canciones como la misteriosa Castles Crumbling (2023) o la bellísima Nothing New (2021), escritas cuando tenía alrededor de 22 años. Ahora, la actriz estadounidense Elizabeth Taylor, que da título a la segunda pista, sigue la estela de íconos como Clara Bow o Stevie Nick, mencionados en su anterior disco, y es confidente de sus plegarias.

“Elizabeth Taylor, ¿creés que es para siempre?”, le pregunta Swift bajo una producción oscura que acoge con brillantez el estribillo, a veces recordando al sonido de Lana Del Rey. “Solo sos tan sexy como tu último hit”, se lamenta arropada por toda la humildad de la que es posible la mayor superestrella del planeta. Esta humildad, en cambio, desaparece en otra de las canciones más agresivas del disco, Father Figure. Usando la melodía del clásico de 1987 de George Michael, la artista presenta a un narrador arrogante y patriarcal, la considerada figura paterna, para retratar los abusos de poder de la industria musical. “Puedo hacer tratos con el diablo, mi pene es más grande”, dice en la canción. “Este amor es puro beneficio, entra en mi oficina, secaré tus lágrimas con mi manga”, añade.

Taylor Swift abraza el glamur en su nueva era

Sin embargo, la narrativa da un giro en el puente y tanto la traición de la persona protegida por la figura paterna como la venganza de este no pintan un final que evidencie un bueno o un malo. Esto es algo que Swift nunca hizo antes en su amplio universo lírico, porque incluso en su adictiva No Body, No Crime (2020), donde relata el asesinato de un hombre que le es infiel a su esposa, el oyente apoya al narrador para que se salga con la suya. En Father Figure, por el contrario, el villano gana, y el protegido tampoco acaba siendo inocente tras los escándalos que le ayudó a encubrir su figura paterna, por lo que el desenlace de la historia no es complaciente.

Otro conflicto que aguarda el disco lo esconde la sarcástica, atrevida e inteligentísima Actually Romantic, un tema que continúa la línea melódica del proyecto, guiado principalmente por la guitarra, y en la que Swift aborda los problemas con otra cantante. La vida de una chica del espectáculo pasa de forma inevitable por las rivalidades musicales, y la artista estadounidense, conocida por ser autora de todas sus canciones y usarlas como diario, siempre acostumbró a responder en ellas. Lo hizo en Mean (2010), en la que se dirigió a un crítico que había sido cruel con ella; en Bad Blood (2014), himno que sembró una guerra ya solucionada con Katy Perry; y también en Look What You Made Me Do (2017) y Thank You Aimee (2024), dirigidas a Kanye West y Kim Kardashian tras su intento de cancelación mediática.

En esta ocasión, es probable que Swift se dirija a Charli XCX, quien llegó a ser su telonera en el Reputation Stadium Tour pero que más tarde le dedicaría la pista Sympathy Is a Knife (2024), donde señala que hay una cantante que la hace sentir insegura. Mucho más juguetona, y tratando sus ansiedades y traumas pasados desde una posición de poder y confianza, Swift contesta a través de una canción que utiliza el tono romántico como burla. “Te escuché llamarme ‘Barbie aburrida’ cuando la cocaína te hizo despotricar”, canta la estadounidense. “En realidad es romántico, tengo que reconocerlo. Ningún hombre me amó jamás como vos”, agrega en el estribillo, antes de satirizar en el puente que todo el tiempo que esta artista pasó pensando en ella la hace sentir “mojada”.

La seguridad de quien se sabe la cantante más importante del mundo se refleja en Cancelled!, que goza de la instrumental más sombría de The Life of a Showgirl. “Es fácil quererte cuando sos popular. La visión es perfecta, todo el mundo prospera. Pero una sola caída y estás fuera de la lista”, escribe Swift en el tema, que se lo hace pasar de maravilla con su “whisky sour” y las “flores venenosas y espinosas”. “Menos mal que me gustan mis amigos cancelados, me gustan envueltos en Gucci y en escándalos”, dice en el contagioso estribillo. Las preguntas que deja en el aire son igual de reveladoras: “¿Hiciste una broma que solo un hombre puede hacer? ¿Fuiste demasiado complaciente por tu propio bien? ¿O llevaste un pequeño violín a una pelea con cuchillos?”.

Taylor Swift, en una imagen para ‘The Life of a Showgirl’

Pero Taylor Swift, que hizo de su catálogo un canto al amor en todas sus versiones, tampoco obvia en este disco qué es lo que la mueve más allá del escenario. Esto es la vida de una chica del espectáculo, no solo su actuación. La actuación ya la vimos en su histórico The Eras Tour, ahora toca contemplar su vida tras bambalinas. Y, más allá del escenario, más allá de ser la artista con más premios Grammy al mejor disco del año, ella vive por y para el amor. En la alegre y dulce Wish List, estilizada como Wi$h Li$t, Swift pone a un lado el Oscar, la Palma de Oro, los tres perros que la gente considera hijos y reconoce que solo le importa sentir la compañía de su pareja. “Ellos quieren un contrato con el Real Madrid”, dice la artista, que tocó el año pasado en el Santiago Bernabéu. “Y ojalá todos tengan lo que quieren”, sentencia.

Las canciones románticas, que dedica al jugador de fútbol americano Travis Kelce, con quien decidió mantener una relación pública desde que comenzaran a salir tras el verano de 2023, van desde la grandilocuente Opalite, que cuenta con el estribillo más vibrante y explora la sanación que llega cuando dos personas descubren el amor que los une, hasta Honey, que invita a bailar durante sus tres minutos de duración. Mucho más audaz es Wood, con una producción impresionante que vibra al son de I Want You Back de The Jackson 5, en la que Swift juega con el doble sentido de tocar madera para tener suerte y otras interpretaciones más sexuales.

Uno de los temas más profundos de la obra es, por supuesto, Eldest Daughter, la quinta pista. La cantante siempre sitúa en esta posición la canción más vulnerable del disco, como ya hizo con All Too Well (2012), You’re on Your Own, Kid (2021) o So Long, London (2024). Eldest Daughter está construida bajo dos instrumentos: un piano con el que va en ascenso, y una guitarra que toma el relevo en la segunda mitad. Hay una referencia preciosa a White Horse, el quinto tema de su álbum Fearless (2008). “No soy una princesa, esto no es un cuento de hadas”, cantaba entonces. “No soy una zorra mala, esto no es salvaje”, se abre ahora. Es la balada de The Life of a Showgirl, escrita a sus seres queridos, y supone un abrazo para quien creció con la música de la estadounidense a lo largo de estas últimas décadas.

Taylor Swift, en su nuevo disco 'The Life of a Showgirl'

Aun así, lo cierto es que la canción que le sigue en el tracklist también podría haber funcionado en esa privilegiada posición. Con la letra más desgarradora de todo el trabajo, y trayendo de vuelta a la mejor narradora de historias, Swift cuenta un romance que nunca se dio con un amigo de la infancia que falleció. Al estilo de lo que se cuenta en la sacada del baúl Forever Winter (2021), el contundente verso “Debería haberte besado de todas formas” de Ruin The Friendship resume a la perfección todos los remordimientos: las cosas que se quedan sin decir, el potencial que nunca acaba siendo aprovechado, la decepción e impotencia de quien mira atrás cuando ya es demasiado tarde. Es una de las joyas del disco.

El duodécimo trabajo de Taylor Swift concluye con un dueto con Sabrina Carpenter, telonera de la artista en la gira The Eras Tour y convertida ahora en una de las figuras más importantes del pop internacional, se que se siente como si una multitud estuviera mirando y creando el ritmo. Las voces de ambas empastan de una manera muy linda y el aumento del tempo es emocionante, creando un cierre seguro para el álbum. Cuando se trata de Taylor Swift, siempre hay un interesante término medio: es una estrella del pop, pero no en el sentido artificial de alguien como Dua Lipa; es cantautora, pero no se entrega únicamente a la letra como lo hace Lana Del Rey. Se encuentra justo en medio, y esta combinación es la que la hace ser la cantante más especial de la industria. Su escritura tiene que ser extraordinaria y, al mismo tiempo, atraer al gran público, y ella siempre da en el clavo.

Hay quien ignora qué es lo que hace de Swift una genia, qué es lo que hace que, en pleno 2025, se hayan formado colas a medianoche en comercios de Estados Unidos para hacerse con el disco. Y, entre los muchos factores, se debe a que es una compositora visionaria que escribe los éxitos pop más gloriosos. Es enormemente complicado capturar esa versatilidad, tener una canción tan impactante como Cardigan (2020) y poder escribir otra como Cruel Summer (2019). En su repertorio de álbumes pop, The Life of a Showgirl se diferencia bastante de los demás por la guitarra. 1989 (2014), Reputation (2017) y Midnights (2022) están basados en sintetizadores, mientras que su enfoque relajado lo distancia de Lover (2019). Esta es, si acaso, una obra impescindible que sigue enriqueciendo su universo narrativo y agrandando una leyenda que no tiene final: la leyenda de una reina del espectáculo a la que ya no le pesa la corona.

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