
El operativo policial en Brasil contra el Comando Vermelho generó que los gobiernos de los países vecinos activaran alertas ante el posible desplazamiento de miembros de la organización criminal.
La operación más sangrienta en años contra el narcotráfico en Brasil desató una ola de alarma en los países limítrofes. Luego de que al menos 132 personas murieran en un megaoperativo policial contra el Comando Vermelho en las favelas de Penha y Alemão, en Río de Janeiro, las autoridades de la Argentina, Paraguay y Bolivia anunciaron medidas extraordinarias de control y vigilancia en sus fronteras.
En Buenos Aires, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, habló de una supuesta “teoría del desbande” y reveló que este miércoles tuvo contacto con sus pares brasileños y paraguayos. Ya había anunciado desde la Casa Rosda una “alerta máxima” en todos los pasos fronterizos con Brasil, aunque no abundó en detalles.
“La lógica es que haya un desbande de 4 o 5 veces más la gente que fue detenida o asesinada o muerta”, dijo Bullrich en A24, pero rápidamente aclaró: “’Nosotros no tenemos ninguna información ni ningún hecho que preocupe a los ciudadanos argentinos”. Anticipó que la medida no afectará a los turistas. En una orden firmada y publicada en la red X, instruyó a las fuerzas de seguridad a utilizar un “manual de reconocimiento de señas” para identificar posibles integrantes de organizaciones narcoterroristas y a reforzar la cooperación con Brasil y Paraguay. Lo que apuntó la funcionaria es que ordenó a los agentes a revisar si hay viajantes con algunas de las señas características de Comando Vermelho, como tatuajes o marcas en la piel.
En Paraguay, el presidente Santiago Peña convocó al Consejo de Defensa Nacional (Codena), que declaró la “alerta” en la zona de la triple frontera y ordenó “acciones conjuntas y comunicación permanente” con los gobiernos de Argentina y Brasil.
El Codena informó que se reforzaron los controles migratorios, el patrullaje y la inteligencia en los departamentos de Amambay, Canindeyú y Alto Paraná, donde operan células vinculadas históricamente al crimen organizado brasileño. “La idea es reforzar todas las comisarías de los departamentos que están vinculados a la frontera de Brasil”, señaló el ministro del Interior, Enrique Riera, quien confirmó la participación de las fuerzas militares en el operativo.
También en Bolivia se encendieron las alarmas. El presidente electo Rodrigo Paz pidió al gobierno saliente de Luis Arce que disponga medidas inmediatas para evitar el ingreso de criminales provenientes de Brasil. “El resguardo de nuestras fronteras y la protección de la ciudadanía boliviana deben ser una prioridad nacional”, expresó en un comunicado.
Bolivia comparte con Brasil una frontera de casi 3.500 kilómetros y en septiembre pasado se conoció que Sérgio Luis de Freitas Filho, alias “Mijão”, uno de los líderes del Primer Comando de la Capital (PCC), había vivido en el país con identidad falsa, un caso que reavivó las sospechas sobre la presencia de redes del narcotráfico brasileño.
La operación que detonó la reacción regional fue lanzada el martes por unos 2.500 agentes en los conjuntos de favelas de Penha y Alemão, zonas empobrecidas del norte de Río de Janeiro donde viven unas 200.000 personas. Según la Defensoría Pública brasileña, al menos 132 personas murieron —entre ellas cuatro policías— y 113 sospechosos fueron detenidos. Se decomisaron 119 armas, 14 artefactos explosivos y toneladas de droga.
Los enfrentamientos se extendieron durante horas y dejaron escenas de guerra urbana: bosques cercanos amanecieron plagados de cuerpos tiroteados, y vecinos denunciaron ejecuciones extrajudiciales y desapariciones. El Gobierno regional de Río solo ha confirmado oficialmente 119 fallecidos.
Con información de agencia EFE
MC
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