Triple crimen: “Alguien pagó un millón de dólares por lo que hicieron”, aseguró una de las detenidas

La NaciónLa NacionSeguridad08/10/20251 Views

Celeste Magalí González Guerrero, una de las personas detenidas por su presunta participación en el plan criminal que terminó con los homicidios de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, cuyos cuerpos mutilados fueron enterrados en el fondo de una casa de Florencio Varela, rompió el pacto de silencio y contó estremecedores detalles de los asesinatos. También afirmó que “alguien” pagó 1.000.000 dólares por el triple crimen y que el móvil fue una venganza por el robo de 30 kilos de cocaína.

González Guerrero, de 28 años y quien hasta su detención vivía en la casa de Florencio Varela donde mataron a las víctimas, amplió hoy su declaración indagatoria ante el fiscal de La Matanza, Adrián Arribas, a cargo de la investigación.

“Matías me contó que a Julio alguien, que no sé quién es, le pagó un millón de dólares por lo que hicieron”, sostuvo González Guerrero, defendida por el abogado Daniel Giaquinta.

Cuando la sospechosa nombró a Matías hacía referencia a Matías Agustín Ozorio, otro de los detenidos, y por Julio hablada de Pequeño J, como se conoce a Tony Janzen Valverde Victoriano, el hasta sindicado como teórico autor intelectual de los homicidios y preso en Perú a la espera de que se resuelva su extradición.

Cuando el fiscal Arribas, según se desprende del expediente judicial al que tuvo acceso LA NACION, le preguntó si conocía los motivos por los que mataron a las víctimas, la sospechosa afirmó: “Porque le robaron 30 kilos de cocaína al Duro. Dos de las chicas fueron, sé que una era Brenda, pero la otra no se quién fue. Aunque creo que la de 15 años [por Lara] no tenía nada que ver. Duro estaba por encima de Julio, era el que le daba órdenes”, respondió.

Después, cuando los funcionarios judiciales le mostraron fotografías de los sospechosos, González Guerrero identificó al Duro como Víctor Sotacuro Lázaro, otro de los detenidos. Dijo que Pequeño J se refería a él como su tío.

Al conocer los detalles de la declaración de González Guerrero, un experimentado investigador judicial de causas de narcotráfico dijo a LA NACION: “No cierra que paguen 1.000.000 de dólares para vengarse por el robo de 30 kilos de cocaína. Ese dinero lo hacen los narcos que colocan 30 kilos de cocaína en España”.

Además, la sospechosa contó que ella y su pareja, Miguel Ángel Villanueva Silva, vendían droga para la organización narcocriminal.

“Ozorio me traía el producto [la cocaína], entre 100 o 120 envoltorios, que valían $10.000 cada uno”, detalló cuando el fiscal Arribas le preguntó cómo era la operatoria de la venta de estupefacientes que ella y su pareja hacían para la organización criminal. La “transacción” se hacía en la calle y los “clientes” hacían transferencia de dinero para llevarse la “mercadería”.

Cuando los envoltorios de droga para la venta no se los llevaba Ozorio era un joven apodado Rulos, el que lo reemplazaba, al que conocía como primo de Julio o Pequeño J, según se desprende de la declaración indagatoria.

Según lo que sabía González Guerrero, la cocaína la llevaban a Florencio Varela desde Nueva Pompeya, “del departamento de Julio”.

A Ozorio lo definió como “mulo” de Julio y lo explicó de la siguiente manera: “En la jerga ‘abuelo’ es quien la produce [por la droga], el máximo dentro de la escala y ‘papá’ es quien baja en toneladas la droga. Luego están los ‘tíos’ y después los ‘pequeños’, como Julio, que solo manejaba siete o diez kilos. Últimos están los pibes, los que venden, a los que le dicen ‘los bebes’ o mulos’“.

Su declaración comenzó cuando dijo que dos días antes de la desaparición de las tres víctimas, Julio llamó a su teléfono celular y le preguntó a su pareja si el viernes [por el 19 de septiembre pasado] podía ir a su casa con una amiga.

“Llega el viernes y Julio me llama para que le abra el portón. Yo y entra una camioneta blanca y descienden las tres chicas [por las víctimas] y tres masculinos más. Entre esos masculinos estabaJulio, quien me ayudó a cerrar el portón. Ahí me dan plata, 1000 dólares, me lo da el tío de Julio, a quien le dicen ‘el Duro’”, afirmó la imputada.

González Guerrero dijo que el tercer hombre tenía una pistola Glock en una de sus manos. “Las chicas bajaron sonrientes, se las veía como engañadas que venían a una fiesta”, sostuvo.

Respecto a las víctimas, la imputada detalló: “Sé que a las chicas que llevó a mi casa las conocía de antes porque [Julio] dijo que eran amigas y que no podían ir a su departamento porque estaba en remodelación”.

Contó que la tarde del viernes 19, en un momento, cuando vendía droga, perdió de vista a su pareja. Supone que Villanueva Silva regresó a la casa que compartía para abrirle el portón a los que se encargaron de hacer el pozo donde pocas horas después iban a enterrar a las víctimas.

El momento en que la sospechosa llega a la fiscalía para su declaración indagtoria

“¿Cómo sabe que cuando llegó Julio el pozo ya estaba hecho?“, preguntó el fiscal Arribas. La imputada respondió: ”Cuando Julio me llamó y me dijo que estaba llegando, fui a mi casa, serían alrededor de las 21 o 21.30. Era de noche y adentro veo a Ozorio, Nero y Paco [otros integrantes de la banda] haciendo el pozo. Había música, creo que ellos llevaron el parlante. Vi la tierra y a Matías en cuero con una pala en la mano y a Paco y Nero frente a él. Yo pasa directo a abrir el garaje. En ese momento entra la [Chevrolet] Tracker y descienden las chicas, Julio y los dos masculinos”.

Matías Ozorio fue detenido en Perú y expulsado a la Argentina

También hizo referencia a otros tres hombres que estaban en el living y que llevan puestos guantes de látex blancos en las manos. Supone que llegaron a su casa con Ozorio, Nero y Paco.

Sobre la madrugada del triple crimen, contó que ella había salido devuelta a la calle para vender lo que le tenía que entregar a los “clientes” que había hecho ya las transferencias.

“A las 4 vuelvo a mi domicilio. Me abre la puerta Miguel [por su pareja] y veo que tenía uno de sus dedos sangrando. Me explica que una de las chicas quiso salir corriendo como para escaparse y ante eso él agarró un destornillador que estaba a mano y un vidrio la mató. Me dijo que la mató con el destornillador clavándoselo en el cuello y, como seguía viva, fue al fondo a buscar un fierro y se lo aplastó en la cara”, afirmó al promediar su declaración.

Cuando el fiscal le preguntó si su pareja le había contado qué elementos habían utilizado para matar a las tres víctimas, la joven dijo: “No pero todo lo que había en mi cocina desapareció, no tenía más cuchillos ni tijera. Miguel me contó que a Brenda la mataron primero, luego a Morena y última a Lara. Mencionó que a la que le cortaron los dedos jodían con que una de sus falanges se la comió su perro Pantera”.

Afirmó que su pareja no le dieron dinero por matar a las chicas. “Lo hizo gratis, no le dieron nada. Matías me contó que a Julio alguien, no sé quién, lle pagó 1.000.000 de dólares por lo que hicieron”, sostuvo González Guerrero.

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