“Los instructores nos recuerdan todo el tiempo que seamos conscientes de que cada día en nuestra posición puede ser el último”, afirma Ulan, de 18 años, durante una de sus jornadas de preparación, ya luciendo el uniforme del ejército de Ucrania junto a una decena de colegas. Eran unos niños cuando en 2014, Rusia ocupó Crimea y parte del este de Ucrania. Eran unos adolescentes cuando, en 2022, Moscú desató la gran invasión. Ahora, en 2025, con la mayoría de edad, son la última y más joven hornada que se une, de manera voluntaria, a un ejército local diezmado por tres años y medio de sangriento conflicto de muy alta intensidad.