
Cada año se registran aproximadamente 1,2 millones de víctimas mortales en accidentes vehiculares en todo el planeta, un número menor al de hace unos años gracias a los avances en la tecnología, autopistas mejor diseñadas y múltiples programas de concientización vial.
A pesar de todo, la cifra aún pone de manifiesto que deben mantenerse los esfuerzos por adoptar medidas eficaces que prevengan los accidentes y mitiguen sus consecuencias.
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En ese contexto, el nuevo informe de seguridad vial Dekra (empresa global de servicios de inspección, prueba y certificación para garantizar la seguridad vial) analiza uno de los factores humanos que más preocupan a las autoridades: la incidencia del consumo de drogas, en particular la marihuana, en la conducción y la siniestralidad.
El estudio comienza su argumento sobre el tópico con una observación que puede parecer obvia pero no por eso es menos necesaria: la despenalización del cannabis no elimina sus riesgos psicoactivos ni sus efectos sobre el sistema nervioso. Por lo tanto, el consumo afecta funciones básicas necesarias para una conducción segura, como mantener el carril, regular la velocidad y respetar las prioridades en semáforos o intersecciones.
Al respecto, los investigadores advierten que tras consumir marihuana pueden observarse tiempos de reacción prolongados, movimientos de volante más bruscos y dificultades para mantener la trayectoria. Es necesario considerar que en las últimas décadas muchos estudios apuntan a que cerca de un 90% de los accidentes en la ruta son provocados por un error humano. El informe estima que, en general, el riesgo de siniestro se multiplica por 2,5 después de consumir cannabis. Si además se combina con alcohol, el peligro aumenta significativamente.
Uno de los hallazgos más preocupantes es la tendencia de los usuarios a sobreestimar su capacidad de conducción. Dekra señala que, tras consumir THC, muchos conductores desconocen la cantidad real ingerida y no pueden evaluar con precisión cómo y cuándo la sustancia afectará su rendimiento. Esta “ilusión de autoevaluación”, constituye un problema persistente y explica parte del aumento de infracciones y accidentes relacionados con el consumo.
Las sociedades alemanas de Psicología y Medicina del Tránsito recomiendan no conducir durante al menos 12 horas después de haber consumido cannabis. Los consumidores ocasionales pueden alcanzar menos de 1 nanogramo de THC por mililitro de sangre tras seis o siete horas, pero se sugiere un margen mayor porque la seguridad vial puede verse comprometida incluso con niveles inferiores a 3,5 ng/ml.

En casos de consumo frecuente o dosis elevadas, el tiempo de espera debe extenderse hasta 24 horas o más. Si el consumo es diario, los expertos aconsejan esperar tantos días como días de consumo y quienes presentan signos de adicción directamente no deberían conducir hasta después de un período prolongado de abstinencia.
El informe también analiza los efectos de la legalización parcial del cannabis en distintos países, a partir de una revisión de 76 estudios internacionales realizada por la Sociedad Alemana de Psicología del Tránsito.
La evidencia muestra una duplicación de las hospitalizaciones por accidentes. Por ejemplo, en Colorado, Estados Unidos, desde que se legalizó en 2013 para uso recreativo, la cantidad de personas que fallecieron en accidentes en el que se involucraron conductores que dieron positivo por marihuana aumentó un 138% en 2020. A modo de comparación, en la misma área y período, el número de fatalidades en general en el tráfico solo incrementó un 29%.

Asimismo, el cannabis disponible en los mercados legales suele presentar concentraciones más altas de THC y un creciente uso de cannabinoides sintéticos, lo que refuerza la advertencia de DEKRA sobre los riesgos asociados.
El Road Safety Report 2025 concluye que aunque solo una minoría de consumidores desarrolla trastornos o dependencia que comprometen su capacidad de conducir, el cannabis representa un factor relevante de riesgo vial. Por eso, el documento recomienda mantener y ampliar las campañas de prevención, garantizar la calidad y el control de los productos y promover una mayor conciencia pública sobre los efectos del THC en la seguridad al volante.






