Sin Maradona, la Selección se afilió al club de la nostalgia. O del todo tiempo pasado fue mejor. Razón no les falta a los analistas que peinan canas. Mucho menos a los hinchas que superan las cinco décadas.
El imborrable recuerdo de México 86’ fue el último gran hito del fútbol argentino. Empero, aquella gesta vino con trampa. Y no me refiero a la famosa mano de D10S. ¿Adónde apunto? A que esa excelencia nos condicionó el futuro. ¿Acaso es posible cantar como Gardel o escribir como Borges? En tierra azteca, Diego sublimó al fútbol; interpretó el tango argentino como el Zorzal y narró –a lo Borges– la obra cumbre del deporte rey, más conocida como el Gol del Siglo al archienemigo inglés. Una sentencia rotunda. Equiparar semejante hazaña será imposible. ¡Aquel título mundial de México 86 fue mucho más que un título! Por emotivo, heroico y grandioso. Y por el valor agregado de lo que jugó Maradona…
Hasta que un día apareció Messi. Y la ilusión del futbolero se renovó. Todos vimos en Leo el ADN ‘maradoniano’. Zurda indescifrable; caja de quinta velocidad; goles antológicos; trucos semanales. Pero la dictadura del resultado rompió el romance hinchas–Messi. Bastó que el sucesor cometiera el ‘pecado’ de perder dos finales consecutivas para formalizar el divorcio. La del Maracaná 2014 (mucho más dolorosa) y la de Chile 2015. Mientras el mundo se rinde a Messi, en Argentina lo discutimos. Siendo generoso, somos raros los argentinos. No hay tesis sociológica que explique la sinrazón del rechazo a Messi. Y cuando éramos orgullosos subcampeones de la necedad, el Tata Martino nos hizo ganar el título en la materia.
¿Qué le pasa a Martino con Messi? ¿Padece angustia oral por no poder expresarse a menudo? El año pasado dijo –sin rubor– que si él fuera Messi no vendría más a jugar con la Selección. Si pretendió defender a Leo de las críticas, es un pésimo abogado. Más recientemente, sostuvo que Messi, sin Busquets e Iniesta, no rendiría lo mismo. ¡Kafkiano! Sobre todo, viniendo del DT de la Selección Argentina. O Martino tiene cuentas pendientes con Messi por su frustrado paso en Can Barça o la patología de un súbito cuadro delirante se apoderó del entrenador albiceleste. Martino afrontará un año decisivo para su gestión. Con las eliminatorias en el horizonte, la Copa América Centenario (gran objetivo) y los Juegos Olímpicos de Brasil, sería conveniente abocarse a trabajar en ‘su’ idea. Y mejorarla. Porque no hay peor IDEA que objetar al único futbolista que le puede hacer ganar un título: ¡Leo Messi!