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Mi homenaje para el “Día del Padre”

Se acerca el día del padre sin saber si podremos celebrarlo en vivo y directo con abrazos eternos y besos cariñosos.

Me resisto a no festejar cada motivo que nos pone el calendario.  Así pues, sigo cultivando las celebraciones virtuales compartiendo con todos ustedes ideas para cocinar. Como para mí, a mucho de vosotros esta fecha se les tiñe de nostalgia por tener a los papis tan lejos.

Desde que llegué a España, año a año mi llamada en el día de San José, lo pilla por sorpresa y mi padre disfruta como un niño de las palabras amorosas inesperadas. ¡A mí me encanta este ritual!

No sé si os ha pasado, pero cuando uno se va tan joven de su país, se queda con muchas cosas por decir. Especialmente a los padres, a la familia más cercana o a los amigos.

Es verdad que cada vez que llamo a mi casa hablamos de nuestra querida Argentina con sus recurrentes y fatídicas circunstancias políticas, del tiempo que está cambiando mucho y ya no llueve como antes, de algunos vecinos que nos dejan o de su olvidos que se están acentuando… Pero el 19 de marzo y el tercer domingo de junio (día del padre en nuestro país), me pongo al día en decirle y repetirle hasta el cansancio todo lo que lo quiero. Le cuento de mi absoluta admiración, tanto en sus aciertos como en sus fracasos. Todos han sido lecciones de vida. De lo orgullosa que estoy como hija y de mi linaje. Agradezco a Dios el tener un padre que me apoyó siempre incondicionalmente, aunque le dolieran mis elecciones. Un padre que me crió con unos valores que son mis reglas de vida y que me dio la libertad absoluta para elegir mi destino.

A  papi que nunca se le había caído una lágrima de joven, sin embargo con la edad, se ha permitido emocionarse hasta el llanto. Así terminamos la conversación moqueando uno en cada continente, unidos por ese instante único y nuestro inquebrantable lazo de amor filial.

Llegado este punto estaba pensando qué receta le podía dedicar. He de contarles que Alberto, mi papá,  es un comensal muy agradecido. Todo le parece rico, jamás le hizo a mi madre un comentario negativo al respecto de su cocina… Se crió en el campo y muchas veces no había mucho que elegir, ni gran cantidad, por tanto, nos transmitió lo sagrado de tener un plato que comer. O máximas como que “La comida no se desprecia ni se desperdicia”.

Al respecto les voy a contar una anécdota que pasó no hace mucho tiempo y que da dimensión a su actitud, de ahí que la valoremos tanto en mi familia.

Estábamos de vacaciones en Argentina con mi marido y mi niña. En un almuerzo de todos los Tassile, había como plato pollo al horno y yo empecé a servir. Apresurada para hacerle un guiño a mi padre, le dije: “Papito, para vos la pechuga como siempre”… y para sorpresa de toda la familia, mi padre me responde: “¿Quién dijo que me gusta pechuga?” Silencio en la mesa ¡Todos nos quedamos atónitos! Habían pasado al menos 20 años y cuando había pollo, él siempre comía esa pieza del ave.

Alberto con mucha parsimonia nos dijo: “Me la comía porque era lo único que quedaba en la bandeja después que todos ustedes eligieran”.

Ahora cada vez que nos juntamos hacemos la gracia de ofrecerle la pechuga y todos nos reímos de la confesión tan tardía. También aprovechamos para agradecerle su altruismo sin par en lo que a comida se refiere.

Termino dirigiéndome a Albertito: “Papá, he elegido dedicarte unas Costillas de cerdo estilo Cajún que estoy convencida te gustarán. Ojalá muy pronto pueda preparártelas para compartir mesa, mantel, risas y todo el cariño que tus hijos, nietos y familia tienen para darte”.

No dejen de hacer lo mismo y ¡feliz día del padre!

Costillas Cajún

  • 2 costillares de cerdo
  • Salsa
  • 1 taza de whisky
  • ½ taza de salsa de soja
  • 1 cucharada de pimentón dulce
  • 1 cucharada de pimentón picante
  • 3 dientes de ajos
  • Un trozo de jengibre
  • 1 cebolla pequeña
  • ½ taza de azúcar moreno
  • 2 cucharadas de miel
  • 1 cucharadita de tomillo
  • 1 cucharadita de orégano
  • 1 cucharada de concentrado de tomate
  • Pimienta molida
  • Sal
  • 2 cucharadas de Aceite de oliva
  • Guarnición: patatas asadas o fritas a gusto. Yo elegí yuca y plátano macho frito.


Mezclar los pimentones, sal y pimienta recién molida. Frotar bien los dos costillares de cerdo. El resto que sobra, guardarlo para la salsa.

Envolverlos con papel albal y llevarlos a nevera para que se marinen unas cuantas horas.

Mientras tanto en una cazuela regar el fondo con el aceite. Picar muy bien la cebolla y los tres dientes de ajos. Pocharlos bien.

En ese punto añadir todos los ingredientes: Salsa de soja, whisky, resto de pimentones mezclados, tomate concentrado, orégano, tomillo, miel, azúcar moreno y el trozo de jengibre.

Hervir unos 15 minutos hasta que quede una salsa con una consistencia de sirope. Retirar el trozo de jengibre.

Llevar a horno 180º las costillas envueltas en el papel albal. Asar durante 1 hora y media.

Retirar el papel y untar bien los costillares con la salsa con ayuda de un pincel. Hornear 15 minutos.

Abrir el horno, dar la vuelta a los  costillares y pintar por el lado que falta. Pintar generosamente del otro lado y terminar de hornear otros 15 minutos.

Acompañar con la guarnición deseada.

Gabriela Tassile

Chef, Asesora Gastronómica y Catering.

3 comentarios

  • Bellisimo relato!!! Hace poco me enteré que mi esposo gustaba de la pata muslo de pollo tanto como yo, pero como tu padre nunca había dicho nada y comía lo que quedaba: la pechuga! Jajaja!! Abrazo querida Gabi Tassile!

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